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Samuel se despide de su pueblo

12 Más tarde, Samuel les dijo a todos los israelitas:

2-3 —Ustedes me pidieron un rey, y he cumplido su deseo: les he dado un rey, que de ahora en adelante los gobernará.

»Desde que yo era joven, y hasta la fecha, he sido el jefe de ustedes, y mis hijos son parte del pueblo. Pero ya estoy viejo. Ha llegado el momento de que, delante de Dios y de su rey, me digan cómo me he portado.

»¿Con quién he sido injusto? ¿A quién le he quitado algo con engaños, o a la fuerza? ¿De quién he recibido dinero para cometer injusticias? ¿A quién le he robado su buey, o su burro?

»Si algo de esto he cometido contra cualquiera de ustedes, éste es el momento de decirlo; ¡éste es el momento de acusarme! Así pagaré mis deudas.

Pero ellos le respondieron:

—Jamás nos has robado. Jamás nos engañaste, ni aceptaste nunca dinero para cometer injusticias.

Entonces Samuel les dijo:

—Dios y el rey que él ha elegido son testigos de que ninguno de ustedes me acusa de nada.

Y ellos respondieron:

—Así es. Dios y el rey son testigos.

6-8 Después de esto, Samuel pronunció este sermón ante el pueblo:

«Préstenme atención, que voy a hacer un recuento de las muchas veces que Dios los ha salvado a ustedes y a sus antepasados.

»Después de que Jacob llegó a Egipto, los israelitas le rogaron a Dios que los librara de la esclavitud. Entonces Dios envió a Moisés y a Aarón, para que sacaran de Egipto a los antepasados de ustedes y los trajeran a esta tierra.

»Sin embargo, ellos se olvidaron de su Dios. Por eso él permitió que los dominaran Sísara, el jefe del ejército de Hasor, los filisteos y el rey de Moab.

10 »Pero los israelitas reconocieron que se habían alejado de Dios, y le dijeron: “Hemos pecado contra ti, pues hemos adorado a Baal y a Astarté, dioses de otras naciones. Líbranos del poder de nuestros enemigos, y te adoraremos sólo a ti”.

11 »Dios envió entonces a Jerubaal, a Bedán y a Jefté, y también a mí, para librarlos del poder de sus enemigos. Por eso ahora ustedes viven en paz.

12 »Acuérdense también de que, cuando supieron que los iba a atacar Nahas, el rey de los amonitas, ustedes me pidieron que les diera un rey, a pesar de que su rey era el Dios que sacó de Egipto a nuestro pueblo.

13 »Pues bien, nuestro Dios les ha dado ya el rey que ustedes pidieron. 14 Si ustedes y su rey obedecen y sirven sólo a Dios, él los bendecirá y ustedes vivirán en paz. 15 Pero si no lo obedecen, entonces los castigará como lo hizo con sus antepasados.

16 »Prepárense, porque en este momento nuestro Dios va a hacer un milagro delante de nosotros. 17 Como saben, ahora es el tiempo de la cosecha y no el tiempo de lluvias; sin embargo, le voy a pedir a Dios que haga llover y envíe truenos. Así Dios les mostrará que ustedes hicieron muy mal al pedirle un rey».

18 Entonces Samuel le pidió a Dios que enviara lluvia y truenos, y Dios así lo hizo. 19 Al ver los israelitas lo que Dios y Samuel habían hecho, sintieron mucho miedo y le dijeron a Samuel:

—Hemos sido muy rebeldes, pues hasta hemos exigido tener un rey. Ruégale a Dios que no nos quite la vida.

20 Y Samuel les contestó:

—No tengan miedo. Aunque han hecho mal, no dejen de obedecer y amar a Dios; al contrario, sírvanle de buena gana 21 y no adoren a esos ídolos huecos y vacíos que no pueden hacerles bien ni ayudarlos.

22 »Dios no los rechazará a ustedes, pues quedaría mal ante los otros pueblos. Además, él quiso que ustedes fueran suyos.

23 »En cuanto a mí, nunca dejaré de pedirle a Dios por ustedes. Dejar de hacerlo sería un pecado. Yo siempre les enseñaré a portarse bien y a vivir como Dios quiere.

24 »Ustedes saben bien todo lo bueno que Dios ha hecho por ustedes. Por eso, obedézcanlo y sírvanle siempre de buena gana. 25 Si no lo hacen, ustedes y su rey morirán.