⁸ Ahora pues, así dirás a mi siervo David: «Así dice el Señor de los ejércitos: “Yo te tomé del pastizal, de seguir las ovejas^(A), para que fueras príncipe sobre mi pueblo Israel^(B). ⁹ Y he estado contigo por dondequiera que has ido^(C) y he exterminado^[a] a todos tus enemigos de delante de ti^(D), y haré de ti un gran nombre como el nombre de los grandes que hay en la tierra. ¹⁰ Asignaré también un lugar para mi pueblo Israel, y lo plantaré allí a fin de que habite en su propio lugar y no sea perturbado de nuevo^(E), ni los aflijan más los malvados^[b] como antes^(F), ¹¹ y como desde el día en que ordené que hubiera jueces sobre mi pueblo Israel^(G); te daré reposo de todos tus enemigos^(H), y el Señor también te hace saber que el Señor te edificará una casa^[c](I). ¹² Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres^(J), levantaré a tu descendiente^[d] después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su reino^(K). ¹³ El edificará casa a mi nombre^(L), y yo estableceré el trono de su reino para siempre^(M). ¹⁴ Yo seré padre para él y él será hijo para mí^(N). Cuando cometa iniquidad, lo corregiré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombres^(O), ¹⁵ pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl^(P) a quien quité de delante de ti. ¹⁶ Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí^[e]; tu trono será establecido para siempre^(Q)”». ¹⁷ Conforme a todas estas palabras y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.

¹⁸ Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y dijo: ¿Quién soy yo, oh Señor Dios^[f](R), y qué es mi casa para que me hayas traído hasta aquí? ¹⁹ Y aun esto fue insignificante ante tus ojos, oh Señor Dios, pues también has hablado de la casa de tu siervo concerniente a un futuro lejano^(S). Y esta es la ley de los hombres^[g], oh Señor Dios^(T). ²⁰ ¿Y qué más podría decirte David? Pues tú conoces a tu siervo, oh Señor Dios^(U). ²¹ A causa de tu palabra, conforme a tu propio corazón, tú has hecho toda esta grandeza, para que lo sepa tu siervo^(V). ²² Oh Señor Dios, por eso tú eres grande; pues no hay nadie como tú^(W), ni hay Dios fuera de ti^(X), conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos^(Y). ²³ ¿Y qué otra nación en la tierra es como tu pueblo Israel, al cual viniste^[h] a redimir para ti^[i] como pueblo, a fin de darte^[j] un nombre^(Z), y hacer grandes cosas a su favor y cosas portentosas^(AA) para tu tierra, ante tu pueblo que rescataste para ti de Egipto^(AB), de naciones y de sus dioses? ²⁴ Pues tú has establecido para ti a tu pueblo Israel^(AC) como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, has venido a ser su Dios^(AD). ²⁵ Y ahora, oh Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de tu siervo y acerca de su casa, y haz según has hablado. ²⁶ Y sea engrandecido tu nombre para siempre, al decirse: «El Señor de los ejércitos es Dios sobre Israel»; y que la casa de tu siervo David sea establecida delante de ti^(AE). ²⁷ Porque tú, oh Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has revelado a^[k] tu siervo, diciendo: «Yo te edificaré casa»; por tanto, tu siervo ha hallado ánimo para elevar^[l] esta oración a ti^(AF). ²⁸ Ahora pues, oh Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad y tú has prometido^[m] este bien a tu siervo^(AG). ²⁹ Y ahora, ten a bien bendecir la casa de tu siervo, a fin de que permanezca^[n] para siempre delante de ti; porque tú, oh Señor Dios, has hablado y con tu bendición será bendita para siempre la casa de tu siervo^(AH).

²² Después de quitarlo^(A), les levantó por rey a David, del cual Dios también testificó y dijo: «He hallado a David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi corazón^(B), que hará toda mi voluntad^[a]».