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Luego mando el siguiente mensaje al rey Jirán de Tiro:

«Trátame como trataste a David, mi padre, cuando le enviaste cedros para que construyera su palacio. Como verás, tengo que edificar un templo para honrar el nombre del Señor mi Dios. Estará consagrado al Señor, y delante de él se quemará incienso aromático y se colocarán continuamente los panes de la proposición, y se ofrecerán holocaustos a mañana y tarde en los días de reposo, en las nuevas lunas, y en las festividades en honor del Señor nuestro Dios. Esto debe hacerse siempre en Israel. La casa que debo edificar tiene que ser grande, porque nuestro Dios es más grande que todos los dioses.

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