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Historia de Joás (11—12)

Entronización de Joás (2 Cr 22,10-12; 23,1-12)

11 Cuando Atalía, la madre de Ocozías, supo que su hijo había muerto, se puso a eliminar a toda la familia real. Pero Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, apartó a Joás, hijo de Ocozías, de sus hermanos que iban a ser asesinados y lo escondió con su nodriza en el dormitorio, ocultándolo de Atalía y salvándolo de la muerte. Joás estuvo escondido con su nodriza en el Templo durante seis años, mientras Atalía reinaba en el país. El séptimo año Joyadá mandó llamar a los centuriones de los carios y de la guardia real, los llevó consigo al Templo del Señor, selló allí con ellos un pacto bajo juramento y les mostró al príncipe. Luego les ordenó lo siguiente:

— Esto es lo que harán: el tercio que entra de servicio el sábado y hace la guardia en palacio, junto con el tercio de la puerta de Sur y el tercio de la puerta trasera de la guardia harán la guardia en el Templo por turnos. Y las otras dos secciones, con todos los que salen de servicio el sábado, harán la guardia en el Templo junto al rey. Rodearán completamente al rey con las armas en la mano y si alguien intenta forzar las filas, lo matan. Tienen que acompañar al rey a todas partes.

Los centuriones hicieron todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado: cada uno con sus hombres, tanto los que entraban de servicio el sábado, como los que salían, se presentaron al sacerdote Joyadá. 10 El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los escudos del rey David que se guardaban en el Templo del Señor. 11 Los guardias, empuñando sus armas, tomaron posiciones desde el ala derecha del Templo hasta el ala izquierda, entre el altar y el Templo, alrededor del rey. 12 Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le entregó la corona y el testimonio, lo ungió y lo proclamó rey; finalmente aplaudieron, aclamándolo:

— ¡Viva el rey!

13 Al oír Atalía el griterío de los guardias y del pueblo, se acercó a la gente que estaba en el Templo del Señor. 14 Cuando vio al rey de pie sobre el estrado, según la costumbre, a los oficiales y a los que tocaban las trompetas junto al rey, y a todo el pueblo de fiesta, mientras sonaban las trompetas, se rasgó las vestiduras y gritó:

— ¡Traición! ¡Traición!

15 El sacerdote Joyadá ordenó a los centuriones que estaban al mando del ejército:

— Sáquenla de las filas y maten a cuchillo al que la siga.

Como el sacerdote había ordenado que no la matasen en el Templo, 16 le echaron mano cuando entraba en el palacio por la puerta de las caballerías y la mataron allí.

17 Joyadá selló el pacto entre el Señor por una parte, y el rey y el pueblo por otra, comprometiéndose a ser el pueblo del Señor; y (un pacto) entre el rey y el pueblo. 18 Entonces toda la gente se dirigió al templo de Baal y lo destruyeron, hicieron trizas sus altares e imágenes y degollaron ante los altares a Matán, el sacerdote de Baal. Luego el sacerdote Joyadá puso guardia en el Templo del Señor; 19 tomó consigo a los centuriones, a los carios, a la guardia real y a toda la gente, bajaron al rey desde el Templo, lo llevaron hasta el palacio real por la puerta de la guardia, y el rey se sentó en el trono real. 20 Todo el pueblo hizo fiesta y la ciudad quedó tranquila. En cuanto a Atalía, había muerto a filo de espada en el palacio real.