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28 Yo me detendré en los llanos del desierto hasta que ustedes me manden a decir cómo está la situación en la ciudad.

29 Sadoc y Abiatar, pues, regresaron con el cofre de Dios a Jerusalén, y se quedaron allí. 30 David subió llorando por el camino que lleva al monte de los Olivos. Llevaba la cabeza cubierta e iba descalzo, en señal de duelo. Y la gente que lo acompañaba también llevaba la cabeza cubierta, y lloraban mientras subían por el monte.

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