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En la oscuridad de la noche
busco al amor de mi vida.
En la soledad de mi cuarto
lo busco y no lo encuentro.
Me levanto,
recorro la ciudad,
voy por calles y mercados,
buscando al amor de mi vida.
Lo busco y no lo encuentro.

Me topo con los guardias,
con los que vigilan la ciudad,
y les pregunto si han visto
al amor de mi vida.
Apenas los dejo,
encuentro al amor de mi vida.
Lo abrazo,
no lo suelto,
lo llevo a mi casa,
¡lo hago entrar
en la habitación donde nací!

El novio

Mujeres de Jerusalén,
quiero que me prometan,
por las gacelas y venaditas
que corren por el bosque,
que no molestarán a mi amada
ni la despertarán de su sueño de amor
hasta que ella sola se despierte.

Tercer canto

Los amigos

¡Algo viene por el desierto!
¿Qué podrá ser?
Parece una columna de humo
que avanza entre aromas
de flores, incienso y perfumes.

¡Pero si es Salomón,
y viene en su carruaje real!
Lo escoltan sesenta valientes,
¡los mejores soldados de Israel!
Armados con espadas,
son maestros en el combate;
todos llevan la espada lista
por causa de los peligros
que presenta la noche.

Este carruaje fue hecho
con finas maderas del Líbano.
Salomón mismo lo mandó hacer.
10 Ordenó que le pusieran
columnas de plata,
soportes de oro,
y un asiento de tela púrpura.
Las mujeres de Jerusalén
decoraron su interior
con gran delicadeza.

11 ¡Salgan, mujeres de Jerusalén!
¡Vengan a ver al rey Salomón!
Lleva puesta la corona
que su propia madre le hizo
para el día de su boda,
¡para el día más feliz de su vida!