Add parallel Print Page Options

Entonces me levanté
para abrir a mi amado,
y mis manos gotearon
perfume de mirra.
Mis dedos gotearon mirra
sobre la manecilla del cerrojo.
Abrí a mi amado,
pero mi amado se había ido; había desaparecido.
Se me salía el alma
cuando él hablaba.
Lo busqué, pero no lo hallé;
lo llamé, pero no me respondió.
Me encontraron los guardias
que rondan la ciudad;
me golpearon y me hirieron.
Me despojaron de mi manto
los guardias de las murallas.

Read full chapter