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Alabanza de los antepasados

44 Honremos ahora a los hombres ilustres,
a los antepasados de nuestro pueblo.
Desde un principio
Dios los llenó de gran poder
y los hizo muy famosos.
Algunos de ellos fueron reyes;
otros hablaron en nombre de Dios,
o fueron consejeros del pueblo
y le dieron sabias enseñanzas.

Algunos compusieron bellas melodías,
otros escribieron hermosos poemas,
otros tuvieron poder y riquezas,
y disfrutaron de una vida tranquila,
pero todos ellos, en su tiempo,
fueron objeto de grandes honores.
¡Su fama será siempre recordada!

Otros, en cambio, fueron olvidados
como si nunca hubieran existido.
Pareciera que ellos y sus hijos
no hubieran nacido jamás.

10 Pero las buenas acciones
de los hombres de bien
nunca podrán ser olvidadas.
11-13 Sus hijos y sus nietos
han seguido su ejemplo
y siguen siendo fieles a Dios.
Por eso todavía se les recuerda.
14 Murieron y fueron sepultados en paz,
y su recuerdo seguirá a través del tiempo.
15 Siempre que el pueblo se reúna,
será alabado por su sabiduría.

Henoc y Noé

16 Henoc agradó a Dios,
y Dios se lo llevó al cielo.
17-18 Noé siempre hizo lo bueno.
Gracias a él, terminó el diluvio
y algunos quedaron con vida.
Después del diluvio, Dios le prometió
no volver a destruir la tierra,
y le dio una señal permanente.

Abraham

19 Abraham fue padre de muchas naciones.
Nadie fue tan famoso como él.
20 Cumplió la ley del Dios altísimo,
y Dios hizo con él una alianza.
Abraham llevó en su cuerpo
la marca de esa alianza,
y a la hora de la prueba
se mantuvo firme.
21 Por eso Dios le juró
que tendría muchos descendientes,
tantos como las estrellas del cielo
y como el polvo de la tierra.
También le juró bendecir a las naciones
por medio de sus descendientes,
y entregarle toda la tierra,
de norte a sur, y de este a oeste.

Isaac y Jacob

22-23 Gracias a Abraham,
su hijo Isaac y su nieto Jacob
recibieron de Dios la misma promesa.
Luego Dios repartió la tierra
entre las doce tribus de Israel.