Add parallel Print Page Options

Ester se presenta ante el rey

[1] Tres días después, Ester se puso su vestido de reina, se fue a la entrada de la sala del palacio donde está el trono, y se detuvo frente al rey. 2-4 [1a] Allí pidió ayuda a Dios, que sabe todas las cosas y es el salvador de todos.

Ester estaba bellísima, y fue al encuentro del rey acompañada de dos sirvientas. Una de ellas la conducía elegantemente, y la otra le sostenía la cola del vestido. [1b] Era tal su belleza que su rostro irradiaba alegría, como el de una mujer enamorada. Sin embargo, en el fondo tenía mucho miedo. [1c] Fue pasando por cada una de las puertas, hasta llegar ante el trono del rey, quien vestido con finas ropas y joyas preciosas, lucía impresionante.

[1d] Cuando el rey vio que Ester se acercaba, se enojó muchísimo. Entonces Ester se puso pálida y se desmayó en brazos de su sirvienta. [1e] Pero Dios hizo que el rey olvidara su enojo, y éste, muy preocupado, se levantó de su trono y tomó a Ester en sus brazos. Mientras ella se reponía, el rey le habló con mucho cariño. Le dijo:

9-10 [1f] —¿Qué te pasa Ester? No tengas miedo. Yo soy tu esposo y no vas a morir. La ley que di es sólo para la gente común y corriente.

11-12 [2] Cuando el rey vio a Ester, se puso contento y la señaló con el cetro de oro que tenía en su mano. Entonces Ester se acercó, tocó la punta del cetro, 13-14 [2a] y le dijo al rey:

—Cuando vi a Su Majestad, me pareció ver un ángel de Dios. Ver tanta grandeza me dio mucho miedo. ¡Usted, Majestad, tiene un rostro tan hermoso que me tiene impresionada!

15-16 [2b] Mientras Ester decía esto, se volvió a desmayar. El rey se angustió mucho y los que estaban alrededor intentaban reanimarla.

17 [3] El rey le preguntó:

—¿Qué deseas, Ester? Te daré lo que me pidas. Hasta la mitad de mi reino te daría si me lo pidieras.

18 [4] Ella respondió:

—Su Majestad, he preparado un banquete en su honor. Si le parece bien, quisiera que usted y Amán asistieran.

19 [5] El rey dijo a sus sirvientes:

—Vayan a buscar a Amán enseguida, para que vayamos al banquete de Ester.

Así que el rey y Amán fueron al banquete. 20 [6] Mientras bebían vino, el rey le preguntó a Ester:

—¿Qué es lo que deseas? Pídeme lo que quieras. Hasta la mitad de mi reino te daría.

21-22 [7-8] Ester le respondió:

—Si he agradado a Su Majestad, y le parece bien cumplir mis deseos, me gustaría que usted y Amán vengan a otro banquete que les prepararé mañana. Allí le diré qué es lo que deseo.

El odio de Amán contra Mardoqueo

23 [9] Aquel día, Amán se fue alegre y contento. Pero cuando llegó a la entrada del palacio y vio que Mardoqueo no se ponía de pie, y ni siquiera se movía, se enfureció mucho. 24 [10] Sin embargo, no lo demostró, sino que se fue a su casa para buscar a sus amigos y a su esposa Zeres. 25 [11] Amán les habló de las grandes riquezas que poseía, de cuántos hijos tenía, de todos los honores que había recibido del rey, y de cómo le había dado autoridad sobre los asistentes y colaboradores del reino. 26 [12] Después les dijo:

—La reina Ester invitó sólo al rey y a mí al banquete que ella había preparado. Y nos ha invitado a otro banquete que ofrecerá mañana. 27 [13] Pero este gozo se me acaba cuando veo a ese judío Mardoqueo sentado a la entrada del palacio.

28 [14] Entonces su esposa Zeres y todos sus amigos le aconsejaron:

—Manda construir una horca de unos veintidós metros de altura. Luego, mañana por la mañana, le dirás al rey que haga colgar a Mardoqueo en esa horca. Así podrás disfrutar del banquete, en compañía del rey.

Este consejo le agradó a Amán, y mandó a construir la horca.