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Ciclo de José (37; 39—48; 50)

Sueños de José

37 Jacob se estableció en la tierra de Canaán, la tierra donde su padre había residido de manera itinerante. Esta es la historia de la familia de Jacob.

José tenía diecisiete años y apacentaba el ganado con sus hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, concubinas de su padre. El joven solía llevar a su padre noticias del mal comportamiento de sus hermanos.

Israel quería a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido cuando ya era anciano, y mandó que le hicieran una túnica de colores. Sus hermanos, al darse cuenta de que era el preferido de su padre, empezaron a odiarlo y a hablarle con malos modos.

Un día José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual les aumentó el odio que le tenían. Les dijo:

— Escuchen lo que he soñado. Nos encontrábamos nosotros en el campo atando gavillas. De pronto, mi gavilla se levantó y quedó erguida, mientras que las de ustedes se colocaron alrededor y se inclinaron ante la mía.

Sus hermanos le respondieron:

— ¿Quieres decir que tú vas a ser nuestro rey y que vas a dominarnos?

Y el odio que le tenían iba en aumento debido a los sueños que les contaba.

José tuvo otro sueño y también se lo contó a sus hermanos. Les dijo:

— He tenido otro sueño. En él veía que el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí.

10 Cuando José se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre lo reprendió, diciéndole:

— ¿Qué significa este sueño? ¿Acaso que tu madre, tus hermanos y yo mismo, tendremos que inclinarnos ante ti?

11 Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre meditaba en todo esto.

José es vendido por sus hermanos

12 En cierta ocasión, los hermanos de José se fueron a Siquén a apacentar las ovejas de su padre. 13 Entonces Israel dijo a José:

— Tus hermanos están apacentando las ovejas en Siquén, y he pensado que podías ir a verlos.

Él respondió:

— Estoy a tu disposición.

14 Su padre le dijo:

— Vete, pues, a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y luego tráeme noticias.

Así que lo envió desde el valle de Hebrón, y José se dirigió a Siquén. 15 Un hombre lo encontró perdido en el campo y le preguntó:

— ¿Qué andas buscando?

16 José respondió:

— Ando buscando a mis hermanos. ¿Podrías indicarme dónde están pastoreando?

17 Y aquel hombre le respondió:

— Ya se han marchado de aquí, pero les oí decir que iban a Dotán.

José siguió buscando a sus hermanos, y los encontró en Dotán. 18 Ellos lo vieron venir de lejos, y antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros:

— ¡Ahí viene el de los sueños! 20 Vamos a matarlo y a echarlo en uno de estos aljibes; después diremos que alguna fiera salvaje lo devoró, y veremos en qué paran sus sueños.

21 Pero Rubén, al oír esto, intentó librarlo de las manos de sus hermanos diciendo:

— No lo matemos.

22 Y añadió:

— No derramen sangre; arrójenlo a este aljibe que está aquí en el desierto, pero no pongan las manos sobre él.

Rubén dijo esto porque su intención era salvarlo de ellos y devolverlo luego a su padre.

23 Al llegar José adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica de colores que llevaba 24 y, agarrándolo, lo arrojaron a un aljibe que estaba vacío, sin agua. 25 Después se sentaron a comer.

Mientras comían, vieron venir una caravana de ismaelitas procedentes de Galaad, con los camellos cargados de resinas aromáticas, bálsamo y mirra, que transportaban a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos:

— ¿Sacamos algún provecho si dejamos morir a nuestro hermano y encubrimos su muerte? 27 Será mejor que lo vendamos a los ismaelitas en vez de poner nuestras manos sobre él; a fin de cuentas es nuestro hermano, es de nuestra propia sangre.

Sus hermanos asintieron; 28 y cuando los mercaderes madianitas pasaron por allí, sacaron a José del aljibe y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte siclos de plata. Así fue como se llevaron a José a Egipto.

29 Rubén volvió al aljibe y, al ver que José ya no estaba allí, se rasgó las vestiduras; 30 luego volvió adonde estaban sus hermanos y les dijo:

— El muchacho no está; y yo, ¿qué hago yo ahora?

31 Ellos degollaron un cabrito y con su sangre mancharon la túnica de José. 32 Después mandaron la túnica de colores a su padre, con este mensaje: “Hemos encontrado esto. Mira a ver si es o no la túnica de tu hijo”.

33 En cuanto Jacob la reconoció, exclamó:

— ¡Es la túnica de mi hijo! Alguna bestia salvaje ha despedazado y devorado a José.

34 Entonces Jacob rasgó sus vestiduras, se vistió de luto y por mucho tiempo hizo duelo por su hijo. 35 Todos sus hijos y sus hijas intentaban consolarlo, pero él no se dejaba consolar; al contrario, lloraba por su hijo y repetía:

— Guardaré luto por mi hijo hasta que vaya a reunirme con él en el reino de los muertos.

36 Entre tanto, en Egipto, los madianitas vendieron a José a Potifar, hombre de confianza del faraón y capitán de la guardia real.

José es vendido por sus hermanos

37 Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.

Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras. Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? 11 Y sus hermanos le tenían envidia,(A) mas su padre meditaba en esto.

12 Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. 17 Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20 Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; 24 y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua.

25 Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27 Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. 28 Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.(B)

29 Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José adentro, y se rasgó los vestidos. 30 Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no aparece; y yo, ¿a dónde iré? 31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre; 32 y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no. 33 Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado. 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.[a] Y lo lloró su padre. 36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.

Footnotes

  1. Génesis 37:35 Nombre hebreo del lugar de los muertos.