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Vio entonces en medio del campo un pozo, junto al cual reposaban tres rebaños de ovejas, porque los ganados solían abrevar en él. La boca del pozo estaba tapada por una gran piedra que los pastores corrían cuando todos los rebaños se juntaban allí y que, una vez abrevado el ganado, volvían a colocar sobre el brocal del pozo. Jacob preguntó a los pastores:

— ¿De dónde sois, amigos míos?

Ellos respondieron:

— Somos de Jarán.

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