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Reproches a los que buscan ayuda en Egipto

31 Isaías dijo:

«¡Qué mal les va a ir
a los que van a Egipto
a pedir ayuda!
¡Todos ellos confían
en sus fuerzas militares,
pero no miran ni buscan
al Dios santo de Israel!
Pero a Dios no se le engaña;
él sabe causar desgracias,
y cuando promete algo, lo cumple.
Dios destruirá a los malvados
y a quienes les piden ayuda.

»Los egipcios no son dioses,
sino simples seres humanos.
Sus caballos son de carne
y no vivirán para siempre.
Dios castigará a los egipcios
y a quienes les piden ayuda.
¡Todos van a desaparecer!»

Dios protege a Jerusalén

Dios le dijo a Isaías:

«Yo defenderé a mi pueblo
que vive en Jerusalén,
como se defiende el león
cuando ha matado a una oveja:
no se deja asustar
por los gritos de los pastores.
Yo protegeré a Jerusalén
como protege el pájaro a su nido:
¡yo la cuidaré y la salvaré!
Yo soy el Dios todopoderoso,
y les juro que así lo haré».

El pueblo debe arrepentirse

Isaías advirtió:

«Israelitas,
ya no sean desobedientes;
¡vuelvan a obedecer a Dios!
Ustedes pecaron contra mí
al fabricar ídolos de oro y plata,
pero viene el día
en que dejarán de adorarlos.
Ese día, Asiria será derrotada,
pero no por ningún ser humano.
Por causa de la guerra
su gente querrá escapar,
y sus jóvenes guerreros
serán hechos esclavos.
Su rey se llenará de miedo
y saldrá corriendo;
también sus capitanes
dejarán abandonada su bandera.
Dios ya tiene preparado
el castigo para sus enemigos
en la ciudad de Jerusalén».

Los egipcios son hombres y no dioses

31 ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad. Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.

Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sion, y sobre su collado. Como las aves que vuelan, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén, amparando, librando, preservando y salvando.

Volved a aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel. Porque en aquel día arrojará el hombre sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras. Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán tributarios. Y de miedo pasará su fortaleza, y sus príncipes, con pavor, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sion, y su horno en Jerusalén.