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Mensaje acerca de Asiria

33 ¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros,[a]
    pero nunca han sido destruidos!
Traicionan a los demás,
    pero nunca han sido traicionados.
Cuando terminen de destruir,
    serán destruidos.
Cuando terminen de traicionar,
    serán traicionados.
Pero tú, Señor, ten misericordia de nosotros,
    porque hemos esperado en ti.
Sé nuestro brazo fuerte cada día
    y nuestra salvación en los tiempos difíciles.
El enemigo corre al sonido de tu voz;
    cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen!
Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides,
    de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria.

Aunque el Señor es muy grande y vive en el cielo,
    hará de Jerusalén[b] el hogar de su justicia y rectitud.
En aquel día, él será tu cimiento seguro,
    y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento;
    el temor del Señor será tu tesoro.

Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público;
    tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión.
Tus caminos están abandonados;
    ya nadie viaja por ellos.
Los asirios rompieron su tratado de paz
    y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;[c]
    no le tienen respeto a nadie.
La tierra de Israel se marchita con el duelo;
    el Líbano se seca a causa de la vergüenza.
La llanura de Sarón es ahora un desierto;
    Basán y el Carmelo han sido saqueados.

10 Pero el Señor dice: «Ahora me levantaré;
    ahora mostraré mi poder y mi fuerza.
11 Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos;
    su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá.
12 Su pueblo será totalmente quemado,
    como los espinos que se cortan y se echan al fuego.
13 ¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas!
    ¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!».

14 Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor;
    el terror se apodera de los que no tienen a Dios.
«¿Quién puede vivir con este fuego devorador?—claman—.
    ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».
15 Los que son honestos y justos,
    los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes,
    los que se mantienen alejados de los sobornos,
los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos,
    los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal:
16 estos son los que habitarán en las alturas.
    Las rocas de los montes serán su fortaleza;
se les proveerá alimentos,
    y tendrán agua en abundancia.

17 Sus ojos verán al rey en todo su esplendor,
    y verán una tierra que se pierde en la distancia.
18 Recordarán este tiempo de terror y preguntarán:
«¿Dónde están los oficiales asirios
    que contaban nuestras torres?
¿Dónde están los contadores
    que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?».
19 Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta,
    con su idioma extraño y desconocido.

20 En cambio, verán a Sion como lugar de festivales sagrados;
    verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura.
Será como una carpa con las sogas tensas
    y con las estacas firmemente clavadas.
21 Para nosotros el Señor será el Poderoso.
    Será como un ancho río de protección
que ningún enemigo puede cruzar;
    por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.
22 Pues el Señor es nuestro juez,
    nuestro legislador y nuestro rey;
    él cuidará de nosotros y nos salvará.
23 Las velas de los enemigos cuelgan flácidas
    de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles.
El pueblo de Dios repartirá el tesoro;
    ¡hasta los cojos recibirán su porción!
24 El pueblo de Israel ya no dirá:
    «Estamos enfermos e indefensos»,
    porque el Señor perdonará sus pecados.

Footnotes

  1. 33:1 En hebreo ¡Qué aflicción te espera, oh destructor. El texto hebreo no menciona específicamente a Asiria como el objeto de la profecía que aparece en este capítulo.
  2. 33:5 En hebreo Sion; también en el 33:14.
  3. 33:8 Así aparece en los Rollos del mar Muerto; el texto masorético dice no les importan las ciudades.

Jehová traerá salvación

33 ¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti.

Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; tú, brazo de ellos en la mañana, sé también nuestra salvación en tiempo de la tribulación. Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú. Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas; correrán sobre ellos como de una a otra parte corren las langostas. Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sion de juicio y de justicia. Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro.

He aquí que sus embajadores darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente. Las calzadas están deshechas, cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres. Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos.

10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido. 11 Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá. 12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. 13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. 14 Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? 15 El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; 16 este habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.

17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos. 18 Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba?, ¿qué del pesador del tributo?, ¿qué del que pone en lista las casas más insignes? 19 No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas. 20 Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. 21 Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. 22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. 23 Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni entesaron la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos arrebatarán el botín. 24 No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.