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Mi corazón grita por Moab; sus fugitivos huyen hasta Soar, hasta Eglat Selisiyá. Por la cuesta de Luhit van llorando; por el camino de Joronayin lanzan gritos de dolor.

Es un hecho: las aguas de Nimrín se consumen; la hierba se seca; los retoños se marchitan; todo el verdor desaparece. Por eso llevan al torrente de los sauces las riquezas que ganaron, junto con sus reservas.

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