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9-11 Inspeccionan los muros de Jerusalén para ver qué hay que reparar. Ven las casas y tiran algunas para conseguir piedras para reparar los muros. En el interior de la ciudad construyen un depósito de reserva con agua del estanque de abajo. Pero de nada valdrán sus presurosos planes pues no han pedido la ayuda de Dios, el cual hizo que les sobreviniera este desastre. Fue él quien lo planeó desde hace mucho. 12 El Señor Dios Todopoderoso los llamó a arrepentirse, a llorar, lamentar y rasurarse la cabeza dolidos por sus pecados, y a vestirse de saco penitencial para mostrar arrepentimiento. 13 Pero en vez de ello, cantan, danzan y juegan, comen y beben.

«Comamos, bebamos y alegrémonos, dicen, ¡qué más da, si mañana moriremos!».

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