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Por cuanto el Señor omnipotente me ayuda,
    no seré humillado.
Por eso endurecí mi rostro como el pedernal,
    y sé que no seré avergonzado.
Cercano está el que me justifica;
    ¿quién entonces contenderá conmigo?
    ¡Comparezcamos juntos!
¿Quién es mi acusador?
    ¡Que se enfrente a mí!
¡El Señor omnipotente es quien me ayuda!
    ¿Quién me condenará?
Todos ellos se gastarán;
    como a la ropa, la polilla se los comerá.

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