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Me busqué dos testigos fidedignos, al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías. Luego me acosté con la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo. El Señor me dijo:

— Lo llamarás Maher Salal, Jas Baz, pues, antes de que sepa el niño decir “papá” y “mamá”, serán llevados ante el rey de Asiria las riquezas de Damasco y el botín de Samaría.

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