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»Bendito el hombre que confía en el Señor
    y pone su confianza en él.
Será como un árbol plantado junto al agua,
    que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor,
    y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia,
    y nunca deja de dar fruto».

Nada hay tan engañoso como el corazón.
    No tiene remedio.
    ¿Quién puede comprenderlo?

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