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Dad alas {Heb. flores abiertas} a Moab, para que volando se vaya; pues serán desiertas sus ciudades hasta no quedar en ellas morador.

10 Maldito el que hiciere engañosamente la obra del SEÑOR, y maldito el que detuviere su espada de la sangre.

11 Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre sus heces ha estado él reposado, y no fue vaciado de vaso en vaso, ni nunca fue en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado.

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