Add parallel Print Page Options

Quinta respuesta de Job

19 Job respondió:

«Tanta palabrería de ustedes
me atormenta y me lastima;
¿Cuándo van a dejarme en paz?
Una y otra vez
me insultan sin compasión.
¡Debería darles vergüenza!
Aun cuando yo haya pecado,
eso no les afecta.
Lo que ustedes realmente quieren
es sentirse mejores que yo;
se aprovechan de verme humillado
para lanzarme sus ataques.
Pero voy a decirles algo:
es Dios quien me hizo daño,
¡es Dios quien me tendió una trampa!

»A gritos pido ayuda,
pero nadie me responde,
ni conoce la justicia.
Dios no me deja pasar,
me tiene cerrado el camino.
Me quitó mis riquezas;
10 me dejó como a un árbol
destrozado y sin raíces.

11 »Tan grande es su enojo contra mí
que me considera su enemigo;
12 me ataca como un ejército,
¡me tiene completamente rodeado!

13 »Dios ha hecho que me abandonen
mis amigos y mis hermanos;
14 también ha hecho que me olviden
mis parientes y conocidos.
15 Los que antes comían en mi mesa,
hoy me ven como a un extraño;
¡aun las jóvenes que me servían
ahora dicen que no me conocen!
16 Pido que mis esclavos me sirvan,
y ni con ruegos me atienden.
17 Tengo tan mal aliento
que nadie en la casa me aguanta.
18-19 Todos mis amigos y seres queridos
se han puesto en mi contra;
¡hasta los niños se burlan de mí!
20 La piel se me pega a los huesos;
¡estoy a un paso de la muerte!

21-22 »Amigos míos,
¡tengan lástima de mí!
Dios se ha vuelto mi enemigo,
no hagan ustedes lo mismo.

23-24 »¡Cómo quisiera que mis palabras
quedaran grabadas para siempre
en una placa de hierro!
25 Yo sé que mi Dios vive,
sé que triunfará sobre la muerte,
y me declarará inocente.
26 Cuando mi cuerpo haya sido destruido,
veré a Dios con mis propios ojos.
27 Estoy seguro de que lo veré,
¡con ansias espero el momento!

28 »Ustedes sólo piensan en perseguirme,
pues creen que soy culpable;
29 pero tengan mucho cuidado.
Dios es el juez de todos nosotros;
cuando él los juzgue,
los castigará con la muerte».

Job confía en que Dios lo justificará

19 Respondió entonces Job, y dijo:

¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,

Y me moleréis con palabras?

Ya me habéis vituperado diez veces;

¿No os avergonzáis de injuriarme?

Aun siendo verdad que yo haya errado,

Sobre mí recaería mi error.

Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,

Y contra mí alegáis mi oprobio,

Sabed ahora que Dios me ha derribado,

Y me ha envuelto en su red.

He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;

Daré voces, y no habrá juicio.

Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;

Y sobre mis veredas puso tinieblas.

Me ha despojado de mi gloria,

Y quitado la corona de mi cabeza.

10 Me arruinó por todos lados, y perezco;

Y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

11 Hizo arder contra mí su furor,

Y me contó para sí entre sus enemigos.

12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,

Y acamparon en derredor de mi tienda.

13 Hizo alejar de mí a mis hermanos,

Y mis conocidos como extraños se apartaron de mí.

14 Mis parientes se detuvieron,

Y mis conocidos se olvidaron de mí.

15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;

Forastero fui yo a sus ojos.

16 Llamé a mi siervo, y no respondió;

De mi propia boca le suplicaba.

17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,

Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

18 Aun los muchachos me menospreciaron;

Al levantarme, hablaban contra mí.

19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,

Y los que yo amaba se volvieron contra mí.

20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,

Y he escapado con solo la piel de mis dientes.

21 ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!

Porque la mano de Dios me ha tocado.

22 ¿Por qué me perseguís como Dios,

Y ni aun de mi carne os saciáis?

23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!

¡Quién diese que se escribiesen en un libro;

24 Que con cincel de hierro y con plomo

Fuesen esculpidas en piedra para siempre!

25 Yo sé que mi Redentor vive,

Y al fin se levantará sobre el polvo;

26 Y después de deshecha esta mi piel,

En mi carne he de ver a Dios;

27 Al cual veré por mí mismo,

Y mis ojos lo verán, y no otro,

Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.

28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos?

Ya que la raíz del asunto se halla en mí.

29 Temed vosotros delante de la espada;

Porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,

Para que sepáis que hay un juicio.