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32-33 »Y no puedo defenderme, pues Dios no es simple hombre como yo. Si lo fuera, podríamos discutir esto imparcialmente; pero no hay árbitro entre nosotros, no hay componedor, no hay mediador que nos concilie. 34 ¡Ay! Que deje de azotarme para que ya no tenga yo que vivir bajo el terror de su castigo.

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