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Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido[a] en su corazón a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.

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Footnotes

  1. 1:5 maldecido. Lit. bendecido; este eufemismo se usa también en 1:11; 2:5,9.