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Título

Palabras que el Señor comunicó a Joel, hijo de Petuel.

El día del Señor (1—3)

Relato de plagas y sequía

¡Oíd esto vosotros, los ancianos;
habitantes todos del país, escuchad!
¿Aconteció algo igual en vuestros días
o en los días de vuestros antepasados?
Contádselo a vuestros hijos,
vuestros hijos a los suyos,
y sus hijos a una nueva generación.
Lo que dejó la “devastadora”
lo comió la “acaparadora”;
lo que dejó la “acaparadora”
lo comió la “lamedora”,
y lo que dejó la “lamedora”
lo comió la “devoradora”.

Despertad, los embriagados, y llorad.
Gemid, los bebedores de vino,
por el mosto que se os ha quitado de la boca.
Porque un pueblo ha invadido mi tierra;
es poderoso e innumerable;
sus dientes son dientes de león,
y tiene muelas como de leona.
Ha asolado mi viñedo,
ha destrozado mis higueras,
las ha descortezado del todo
haciendo blanquear sus ramas;
luego las ha derribado.

Llora tú como una joven vestida de luto
por causa del marido de su juventud.
Ofrenda y libación han cesado
en el Templo del Señor;
hacen duelo los sacerdotes,
los servidores del Señor.
10 El campo está devastado,
enlutada la tierra;
el trigo se ha perdido,
se echa en falta el mosto,
se ha agotado el aceite.

11 Consternaos, labradores,
gemid, viñadores,
pues se ha echado a perder
la cosecha del trigo y la cebada.
12 Está reseco el viñedo
y marchita la higuera,
así como el granado,
el manzano y la palmera:
se han secado por completo
todos los árboles del campo.
Incluso entre la gente
ha desaparecido la alegría.

Convocatoria al ayuno y la oración

13 Vestíos de luto y llorad, sacerdotes;
gemid vosotros, servidores del altar;
venid a dormir sobre esteras,
los que servís a mi Dios,
pues ofrenda y libación han cesado
en el Templo de vuestro Dios.
14 Promulgad un ayuno,
convocad una asamblea,
reunid a los ancianos
y a todos los que habitan el país
en el Templo del Señor, vuestro Dios,
y clamad al Señor.

Anuncio del día del Señor

15 ¡Ay, qué terrible aquel día!
Porque el día del Señor está cerca;
la destrucción del Destructor
está a punto de llegar.
16 Ante nuestros propios ojos
nos ha sido arrebatada la comida
junto con la alegría y el gozo
en el Templo de nuestro Dios.
17 Las semillas se han podrido
debajo de los terrones;
están los graneros en ruinas
y los silos derruidos,
porque el trigo se ha perdido.
18 ¡Cómo muge el ganado!
Deambula vacilante la vacada
porque no encuentra pastos;
también las ovejas desfallecen.
19 A ti clamo, Señor,
porque el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa,
y las llamas han abrasado
todos los árboles del campo.
20 Incluso las bestias salvajes
braman dirigiéndose a ti,
porque se han secado los arroyos
y el fuego ha consumido
los matorrales de la estepa.

Devastación de la tierra por la langosta

Palabra de Jehová que vino a Joel, hijo de Petuel.

Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.

Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león,(A) y sus muelas, muelas de león. Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas.

Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová están de duelo. 10 El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite.

11 Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. 12 La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.

13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación.

14 Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová.

15 ¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso.(B) 16 ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?

17 El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. 18 ¡Cómo gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas.

19 A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. 20 Las bestias del campo bramarán también a ti, porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto.