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Abimélec

Abimélec, hijo de Gedeón, se fue a Siquem para hablar con sus parientes, y les dijo: «Convenzan a la gente de Siquem de que es mejor que los gobierne yo, que soy su pariente materno, y no los muchos hijos de Gedeón».

Entonces sus parientes se fueron a hablar con los de Siquem. Éstos decidieron apoyar a Abimélec, y le dieron mucho dinero, el cual sacaron del templo de Baal-berit para que matara a los otros hijos de Gedeón. Abimélec alquiló a unos bandoleros para que lo acompañaran, y fue al pueblo de su padre. Allí, sobre una misma piedra mató a sus hermanos. El único que se salvó fue Jotam, el hijo menor de Gedeón, porque se había escondido. Entonces toda la gente de Siquem se reunió con la de Bet-miló, junto al roble sagrado que está en Siquem, y nombraron rey a Abimélec.

La fábula de Jotam

Cuando Jotam se enteró de que habían nombrado rey a Abimélec, subió a lo más alto del monte Guerizim, y desde allí gritó con voz muy fuerte:

«¡Oigan, gente de Siquem, lo que voy a contarles! ¡Así tal vez Dios los oiga a ustedes!

»En cierta ocasión los árboles salieron a buscar a alguien que reinara sobre ellos. Le pidieron al olivo que fuera su rey, pero el olivo les respondió: “Para ser rey de los árboles tendría que dejar de producir aceite, el cual se usa para honrar a los dioses y a los hombres”.

10 »Le pidieron entonces a la higuera que reinara sobre ellos, 11 pero la higuera les respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de dar higos dulces y sabrosos”.

12 »Luego le pidieron a la planta de uvas que reinara sobre ellos, 13 pero ella les respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de producir vino, el cual alegra a los dioses y a los hombres”.

14 »Entonces todos los árboles le pidieron al pequeño arbusto que fuera su rey, 15 pero el arbusto, que estaba lleno de espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano”.

16 »¿Les parece que fueron ustedes honestos y sinceros cuando nombraron rey a Abimélec? ¿Han sido leales a Gedeón, y han tratado bien a su familia, como él los trató a ustedes? 17 Mi padre peleó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los madianitas. 18 En cambio, ustedes se han rebelado hoy contra la familia de mi padre al matar sobre una misma piedra a sus hijos. Además, han nombrado rey de Siquem a Abimélec, sólo porque es pariente materno de ustedes. 19 Si lo que hicieron hoy con Gedeón y su familia fue en verdad honesto y sincero, alégrense con Abimélec, y que él también esté contento con ustedes. 20 Pero si no es así, que salga de Abimélec un fuego que devore a la gente de Siquem y de Bet-miló, y que de estas dos ciudades salga un fuego que lo destruya a él.»

21 Cuando Jotam terminó de decir esto, huyó y se fue a vivir a un pueblo llamado Pozo, porque tenía miedo de su hermanastro Abimélec.

Rebelión contra Abimélec

22 Después de que Abimélec había reinado tres años, 23 Dios hizo que la gente de Siquem se rebelara contra Abimélec. 24 Así Abimélec recibió su merecido por haber matado a sus hermanos, y también los de Siquem fueron castigados por haberlo ayudado. 25 Algunos de Siquem se escondieron en las montañas, dedicándose a robar a todos los que pasaban por allí. Y Abimélec se enteró de esto.

26 En cierta ocasión, Gáal hijo de Ébed pasó por Siquem con sus hermanos y se ganó la confianza de los de esa ciudad, 27 los cuales salieron al campo y recogieron uvas para hacer vino. Hicieron una gran fiesta, donde además de maldecir a Abimélec, comieron y bebieron en el templo de su dios. 28 Y Gáal dijo:

«¿Quién se cree Abimélec? ¿Por qué los de Siquem tenemos que ser sus esclavos? Se cree mucho por ser hijo de Gedeón, pero la verdad es que tanto Gedeón como Zebul fueron simples ayudantes de Hamor, el verdadero jefe de Siquem. ¡Así que nosotros serviremos a Hamor, pero no a Abimélec! 29 Si yo fuera jefe de ustedes, echaría de aquí a Abimélec y le diría que reúna a todos los soldados que pueda para pelear contra mí».

30 Cuando Zebul, gobernador de la ciudad, oyó lo que decía Gáal, se enojó mucho. 31 Entonces le envió este mensaje a Abimélec, que estaba en Arumá:

«Gáal y sus hermanos han llegado a Siquem, y están alborotando a la gente y poniéndola en contra tuya. 32 Ven con tus soldados esta noche y escóndete en el campo, 33 y ataca la ciudad al amanecer. Y cuando Gáal y sus hombres salgan a pelear contra ti, haz con ellos lo que te parezca mejor».

34 Así que Abimélec y todos los que estaban con él salieron esa noche y, divididos en cuatro grupos, se escondieron alrededor de Siquem. 35 Cuando Gáal salió al portón de la ciudad, Abimélec y sus hombres salieron de sus escondites. 36 Gáal los vio y le dijo a Zebul:

—¡Mira! ¡Por los cerros viene bajando gente!

Zebul le respondió:

—No es gente. Son las sombras de los cerros.

37 Gáal volvió a decirle:

—¡Mira bien! ¡Son hombres los que vienen bajando por el cerro central! ¡Y por el camino del roble de los adivinos viene otro grupo!

38 Entonces Zebul le dijo:

—¿Y ahora qué me dices? ¿No decías que Abimélec no era nadie para hacernos sus esclavos? ¡Ahí están los hombres que despreciaste! ¡Sal a combatirlos!

39 Gáal salió entonces al frente de la gente de Siquem, y peleó contra Abimélec. 40 Pero Abimélec lo persiguió, y Gáal salió huyendo. Muchos cayeron heridos a lo largo del camino, hasta el portón de la ciudad. 41 Zebul, por su parte, echó a Gáal y a sus hermanos, y no los dejó vivir en Siquem. Abimélec se quedó en Arumá.

42 Al día siguiente, Abimélec se enteró de que los de Siquem saldrían al campo. 43 Dividió entonces a sus hombres en tres grupos, los cuales se escondieron en los campos. Cuando Abimélec vio que los de Siquem salían de la ciudad, salió él también de su escondite y los atacó. 44 Rápidamente Abimélec y el grupo que estaba con él fueron a apoderarse del portón de la ciudad, mientras los otros dos grupos atacaban a todos los que estaban en los campos y los mataban. 45 Abimélec siguió peleando todo ese día, hasta que se apoderó de la ciudad, y mató a la gente que estaba allí. Luego destruyó la ciudad y esparció sal sobre las ruinas.

46 Cuando los que estaban en la Torre de Siquem se enteraron de lo que había sucedido, se refugiaron en el templo de El-berit. 47 Abimélec supo que los de la Torre de Siquem se habían refugiado allí, 48 así que se fue con toda su gente al monte Salmón. Con un hacha cortó unas ramas, se las colocó sobre el hombro, y les dijo a sus hombres que hicieran lo mismo con rapidez. 49 Todos cortaron ramas y fueron con Abimélec hasta el refugio del templo, allí pusieron las ramas y les prendieron fuego. Así quemaron la torre, y murieron todos los que estaban dentro de ella, que eran unas mil personas, entre hombres y mujeres.

50 Después Abimélec se fue a Tebés, la rodeó y la capturó. 51 Dentro de la ciudad había una torre muy bien protegida. Todos los hombres y las mujeres de la ciudad se refugiaron allí. Cerraron bien las puertas y se fueron al techo. 52 Abimélec se acercó a la puerta de la torre para atacarla, pero cuando se preparaba para incendiarla 53 una mujer le arrojó una piedra de molino. La piedra le cayó en la cabeza y le rompió el cráneo. 54 Rápidamente llamó Abimélec a su ayudante de armas, y le dijo: «Saca tu espada y mátame. No quiero que se diga que una mujer me mató».

Entonces su ayudante le clavó la espada, y Abimélec murió. 55 Cuando los israelitas se enteraron de que había muerto, regresaron a sus casas.

56 De esta manera Dios castigó a Abimélec por el crimen que había cometido contra su padre, al matar a sus hermanos. 57 También Dios hizo que los de Siquem pagaran por todos sus crímenes, tal como lo había dicho Jotam cuando los maldijo.

Reinado de Abimelec

Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo: Yo os ruego que digáis en oídos de todos los de Siquem: ¿Qué os parece mejor, que os gobiernen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, o que os gobierne un solo hombre? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra. Y hablaron por él los hermanos de su madre en oídos de todos los de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es. Y le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron. Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una misma piedra; pero quedó Jotam el hijo menor de Jerobaal, que se escondió. Entonces se juntaron todos los de Siquem con toda la casa de Milo, y fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Siquem.

Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme, varones de Siquem, y así os oiga Dios. Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 10 Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 11 Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande sobre los árboles? 12 Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. 13 Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los árboles? 14 Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre nosotros. 15 Y la zarza respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo de mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano.

16 Ahora, pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si habéis actuado bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos 17 (porque mi padre peleó por vosotros, y expuso su vida al peligro para libraros de mano de Madián, 18 y vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre, y habéis matado a sus hijos, setenta varones sobre una misma piedra; y habéis puesto por rey sobre los de Siquem a Abimelec hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano); 19 si con verdad y con integridad habéis procedido hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él goce de vosotros. 20 Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los de Siquem y a la casa de Milo, y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec. 21 Y escapó Jotam y huyó, y se fue a Beer, y allí se estuvo por miedo de Abimelec su hermano.

22 Después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años, 23 envió Dios un mal espíritu entre Abimelec y los hombres de Siquem, y los de Siquem se levantaron contra Abimelec; 24 para que la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, recayera sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los hombres de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos. 25 Y los de Siquem pusieron en las cumbres de los montes asechadores que robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo cual fue dado aviso a Abimelec.

26 Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos y se pasaron a Siquem, y los de Siquem pusieron en él su confianza. 27 Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñedos, y pisaron la uva e hicieron fiesta; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec. 28 Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul ayudante suyo? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem; pero ¿por qué le hemos de servir a él? 29 Ojalá estuviera este pueblo bajo mi mano, pues yo arrojaría luego a Abimelec, y diría a Abimelec: Aumenta tus ejércitos, y sal.

30 Cuando Zebul gobernador de la ciudad oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira, 31 y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí que están sublevando la ciudad contra ti. 32 Levántate, pues, ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscadas en el campo. 33 Y por la mañana al salir el sol madruga y cae sobre la ciudad; y cuando él y el pueblo que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se presente la ocasión.

34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías. 35 Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada. 36 Y viendo Gaal al pueblo, dijo a Zebul: He allí gente que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres. 37 Volvió Gaal a hablar, y dijo: He allí gente que desciende de en medio de la tierra, y una tropa viene por el camino de la encina de los adivinos. 38 Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: Quién es Abimelec para que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues, ahora, y pelea con él. 39 Y Gaal salió delante de los de Siquem, y peleó contra Abimelec. 40 Mas lo persiguió Abimelec, y Gaal huyó delante de él; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no morasen en Siquem.

42 Aconteció el siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec, 43 el cual, tomando gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos y los atacó. 44 Porque Abimelec y la compañía que estaba con él acometieron con ímpetu, y se detuvieron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo, y los mataron. 45 Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad, y mató al pueblo que en ella estaba; y asoló la ciudad, y la sembró de sal.

46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza del templo del dios Berit. 47 Y fue dado aviso a Abimelec, de que estaban reunidos todos los hombres de la torre de Siquem. 48 Entonces subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo como yo. 49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza, de modo que todos los de la torre de Siquem murieron, como unos mil hombres y mujeres.

50 Después Abimelec se fue a Tebes, y puso sitio a Tebes, y la tomó. 51 En medio de aquella ciudad había una torre fortificada, a la cual se retiraron todos los hombres y las mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, se subieron al techo de la torre. 52 Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó hasta la puerta de la torre para prenderle fuego. 53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo. 54 Entonces llamó apresuradamente a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió. 55 Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa. 56 Así pagó Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre, matando a sus setenta hermanos. 57 Y todo el mal de los hombres de Siquem lo hizo Dios volver sobre sus cabezas, y vino sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.