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Esperanza en la fidelidad del Señor

Yo soy el que ha visto las aflicciones
    que provienen de la vara del enojo del Señor.
Me llevó a las tinieblas,
    y dejó fuera toda luz.
Volvió su mano contra mí
    una y otra vez, todo el día.

Hizo que mi piel y mi carne envejecieran;
    quebró mis huesos.
Me sitió y me rodeó
    de angustia y aflicción.
Me enterró en un lugar oscuro,
    como a los que habían muerto hace tiempo.

Me cercó con un muro, y no puedo escapar;
    me ató con pesadas cadenas.
Y a pesar de que lloro y grito,
    cerró sus oídos a mis oraciones.
Impidió mi paso con un muro de piedra;
    hizo mis caminos tortuosos.

10 Se escondió como un oso o un león,
    esperando atacarme.
11 Me arrastró fuera del camino, me descuartizó
    y me dejó indefenso y destruido.
12 Tensó su arco
    y me hizo el blanco de sus flechas.

13 Disparó sus flechas
    a lo profundo de mi corazón.
14 Mi propio pueblo se ríe de mí;
    todo el día repiten sus canciones burlonas.
15 Él me llenó de amargura
    y me dio a beber una copa amarga de dolor.

16 Me hizo masticar piedras;
    me revolcó en el polvo.
17 Me arrebató la paz
    y ya no recuerdo qué es la prosperidad.
18 Yo exclamo: «¡Mi esplendor ha desaparecido!
    ¡Se perdió todo lo que yo esperaba del Señor!».

19 Recordar mi sufrimiento y no tener hogar
    es tan amargo que no encuentro palabras.[a]
20 Siempre tengo presente este terrible tiempo
    mientras me lamento por mi pérdida.
21 No obstante, aún me atrevo a tener esperanza
    cuando recuerdo lo siguiente:

22 ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba[b]!
    Sus misericordias jamás terminan.
23 Grande es su fidelidad;
    sus misericordias son nuevas cada mañana.
24 Me digo: «El Señor es mi herencia,
    por lo tanto, ¡esperaré en él!».

25 El Señor es bueno con los que dependen de él,
    con aquellos que lo buscan.
26 Por eso es bueno esperar en silencio
    la salvación que proviene del Señor.
27 Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad
    al yugo de su disciplina:

28 Que se queden solos en silencio
    bajo las exigencias del Señor.
29 Que se postren rostro en tierra,
    pues quizá por fin haya esperanza.
30 Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean
    y que acepten los insultos de sus enemigos.

31 Pues el Señor no abandona
    a nadie para siempre.
32 Aunque trae dolor, también muestra compasión
    debido a la grandeza de su amor inagotable.
33 Pues él no se complace en herir a la gente
    o en causarles dolor.

34 Si la gente pisotea
    a todos los prisioneros de la tierra,
35 si privan a otros de sus derechos,
    desafiando al Altísimo,
36 si tuercen la justicia en los tribunales,
    ¿acaso no ve el Señor todas estas cosas?

37 ¿Quién puede ordenar que algo suceda
    sin permiso del Señor?
38 ¿No envía el Altísimo
    tanto calamidad como bien?
39 Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos,
    habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados?

40 En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos
    y volvamos al Señor.
41 Levantemos nuestro corazón y nuestras manos
    al Dios del cielo y digamos:
42 «Hemos pecado y nos hemos rebelado,
    y no nos has perdonado.

43 »Nos envolviste en tu enojo, nos perseguiste
    y nos masacraste sin misericordia.
44 Te escondiste en una nube
    para que nuestras oraciones no pudieran llegar a ti.
45 Nos desechaste como a basura y como a desperdicio
    entre las naciones.

46 »Todos nuestros enemigos
    se han pronunciado en contra de nosotros.
47 Estamos llenos de miedo,
    porque nos encontramos atrapados, destruidos y arruinados».
48 ¡Ríos de lágrimas brotan de mis ojos
    por la destrucción de mi pueblo!

49 Mis lágrimas corren sin cesar;
    no pararán
50 hasta que el Señor mire
    desde el cielo y vea.
51 Se me destroza el corazón
    por el destino de todas las mujeres de Jerusalén.

52 Mis enemigos, a quienes nunca les hice daño,
    me persiguieron como a un pájaro.
53 Me arrojaron a un hoyo
    y dejaron caer piedras sobre mí.
54 El agua subió hasta cubrir mi cabeza
    y yo exclamé: «¡Este es el fin!».

55 Pero desde lo profundo del hoyo,
    invoqué tu nombre, Señor.
56 Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego!
    ¡Oye mi grito de socorro!».
57 Así fue, cuando llamé, tú viniste;
    me dijiste: «No tengas miedo».

58 Señor, has venido a defenderme;
    has redimido mi vida.
59 Viste el mal que me hicieron, Señor;
    sé mi juez y demuestra que tengo razón.
60 Has visto los planes vengativos
    que mis enemigos han tramado contra mí.

61 Señor, tú oíste los nombres repugnantes con los que me llaman
    y conoces los planes que hicieron.
62 Mis enemigos susurran y hablan entre dientes
    mientras conspiran contra mí todo el día.
63 ¡Míralos! Estén sentados o de pie,
    yo soy el objeto de sus canciones burlonas.

64 Señor, dales su merecido
    por todo lo malo que han hecho.
65 ¡Dales corazones duros y tercos,
    y después, que tu maldición caiga sobre ellos!
66 Persíguelos en tu enojo
    y destrúyelos bajo los cielos del Señor.

Footnotes

  1. 3:19 O es amargura y hiel.
  2. 3:22 Así aparece en la versión siríaca; en hebreo dice del Señor nos guarda de la destrucción.

Esperanza de liberación por la misericordia de Dios

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.

Me guio y me llevó en tinieblas, y no en luz;

Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.

Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;

Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.

Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.

Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;

Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;

Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.

10 Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;

11 Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.

12 Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta.

13 Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.

14 Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;

15 Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos.

16 Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;

17 Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien,

18 Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.

19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;

20 Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;

21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.

25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.

26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

28 Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;

29 Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;

30 Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.

31 Porque el Señor no desecha para siempre;

32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;

33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.

34 Desmenuzar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,

35 Torcer el derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo,

36 Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.

37 ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?

38 ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?

39 ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.

40 Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;

41 Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;

42 Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.

43 Desplegaste la ira y nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;

44 Te cubriste de nube para que no pasase la oración nuestra;

45 Nos volviste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.

46 Todos nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca;

47 Temor y lazo fueron para nosotros, asolamiento y quebranto;

48 Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

49 Mis ojos destilan y no cesan, porque no hay alivio

50 Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos;

51 Mis ojos contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad.

52 Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué;

53 Ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí;

54 Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.

55 Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;

56 Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.

57 Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.

58 Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.

59 Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.

60 Has visto toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.

61 Has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;

62 Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

63 Su sentarse y su levantarse mira; yo soy su canción.

64 Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.

65 Entrégalos al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.

66 Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.