Add parallel Print Page Options

¡CÓMO se ha oscurecido el oro! ¡Cómo el buen oro se ha demudado!

Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los monstruos marinos sacan la teta, dan de mamar á sus chiquitos:

La hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto.

Read full chapter