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3-4 «Cualquier israelita que degüelle un buey, un cordero o un chivo en otro lugar que no sea el santuario será culpable de derramamiento de sangre, y será expulsado de su nación. El propósito de esta ley es que la gente deje de matar animales fuera del santuario, para presentárselos al Señor como una ofrenda. De ahora en adelante, no podrán ellos sacrificar los animales en el campo, sino que se los llevarán al sacerdote, a la entrada del santuario, para que sea él quien los ofrezca al Señor como una ofrenda de reconciliación.

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