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Los discípulos recogen espigas en día de sábado

Aconteció un sábado que, pasando Jesús a través de unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían, restregándolas con las manos.

Algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito en los sábados?

Jesús, respondiéndoles, dijo: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que estaban con él;

cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y comió, y dio también a los que estaban con él?

Y les decía: El Hijo del Hombre es dueño hasta del sábado.

El hombre de la mano atrofiada

Aconteció también en otro sábado que entró él en la sinagoga, y se puso a enseñar; y había allí un hombre que tenía atrofiada la mano derecha.

Los escribas y los fariseos le acechaban por si se ponía a sanar en sábado, a fin de hallar de qué acusarle.

Pero él sabía los pensamientos de ellos, y le dijo al hombre que tenía la mano atrofiada: Levántate, y ponte en medio. Él se levantó y se puso allí.

Entonces Jesús les dijo: Voy a haceros una pregunta: ¿Es lícito en sábado hacer el bien, o hacer el mal?, ¿salvar una vida, o destruirla?

10 Y después de pasear su mirada sobre todos ellos, le dijo al hombre: Extiende tu mano. Él lo hizo así, y su mano quedó enteramente restablecida.

11 Pero ellos se llenaron de furor y discutían entre ellos qué podrían hacerle a Jesús.

Elección de los doce apóstoles

12 Aconteció en aquellos días que él salió al monte a orar, y pasó la noche entera en oración a Dios.

13 Y cuando se hizo de día, convocó a sus discípulos y escogió de entre ellos doce, a quienes puso también el nombre de apóstoles:

14 Simón, a quien también puso por nombre Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y Bartolomé;

15 Mateo y Tomás; Jacobo el hijo de Alfeo, y Simón el llamado Zelote;

16 Judas el hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.

Jesucristo atiende a una multitud

17 Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano; había un gran grupo de discípulos suyos, y una gran multitud de la gente de todas partes de Judea, de Jerusalén, y de la región costera de Tiro y de Sidón, que habían venido a escucharle, y a ser sanados de sus enfermedades;

18 y los que estaban atormentados por espíritus inmundos, eran sanados.

19 Y toda la gente trataba de tocarle, porque salía de él un poder y los sanaba a todos.

Bienaventuranzas y ayes

20 Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

21 Bienaventurados los que ahora pasáis hambre, porque seréis satisfechos. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

22 Bienaventurados sois cuando os odien los hombres, cuando os aparten de sí, os injurien y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.

23 Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo, porque he aquí que vuestra recompensa es grande en el cielo, pues de la misma manera hacían sus padres con los profetas.

24 Pero ¡ay de vosotros los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.

25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque habéis de pasar hambre. ¡Ay de vosotros, los que os reís ahora!, porque os lamentaréis y lloraréis.

26 ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque de la misma manera hacían sus padres con los falsos profetas.

El amor hacia los enemigos, y la regla de oro

27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os odian;

28 bendecid a los que os maldicen; orad por los que os maltratan.

29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le impidas que se lleve también la túnica.

30 A todo el que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué clase de favor es el vuestro? Porque también los pecadores aman a los que les aman.

33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué clase de favor es el vuestro? Porque también los pecadores hacen lo mismo.

34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué clase de favor es el vuestro? Porque también los pecadores prestan a los pecadores para recibir otro tanto.

35 Vosotros, en cambio, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio; y será grande vuestra recompensa, y seréis hijos del Altísimo; porque él es bondadoso para con los ingratos y malvados.

36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

El juzgar a los demás

37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.

38 Dad, y se os dará; una medida buena, apretada, remecida y rebosante os pondrán en el regazo. Porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

39 Y les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?

40 Un discípulo no está por encima de su maestro; pero todo el que esté bien preparado, será como su maestro.

41 ¿Y por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, cuando tú mismo no adviertes la viga que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

Por sus frutos los conoceréis

43 Porque no hay árbol de buena calidad que produzca fruto desabrido; ni árbol de mala calidad que produzca fruto excelente.

44 Pues cada árbol se conoce por su propio fruto; porque no cosechan higos de los espinos, ni vendimian uvas de una zarza.

45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de lo que le rebosa del corazón habla su boca.

Los dos cimientos

46 ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?

47 Todo el que viene a mí, y oye mis palabras, y las pone en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:

48 Es semejante a un hombre que, al construir una casa, excavó, ahondó y echó los cimientos sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente embistió contra aquella casa, pero no tuvo fuerza suficiente para sacudirla, porque estaba fundada sobre la roca.

49 Pero el que ha oído, y no pone en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa encima de la tierra, sin cimientos, contra la cual embistió el torrente, y al instante se derrumbó, y fue grande la ruina de aquella casa.

Los discípulos recogen espigas en el día de reposo

(Mt. 12.1-8; Mr. 2.23-28)

Aconteció en un día de reposo,[a] que pasando Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y comían,(A) restregándolas con las manos. Y algunos de los fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los días de reposo?[b] Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, lo que hizo David cuando tuvo hambre él, y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino solo a los sacerdotes,(B) y comió, y dio también a los que estaban con él?(C) Y les decía: El Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.[c]

El hombre de la mano seca

(Mt. 12.9-14; Mr. 3.1-6)

Aconteció también en otro día de reposo,[d] que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo[e] lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo[f] hacer bien, o hacer mal?, ¿salvar la vida, o quitarla? 10 Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. 11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús.

Elección de los doce apóstoles

(Mt. 10.1-4; Mr. 3.13-19)

12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Jesús atiende a una multitud

(Mt. 4.23-25)

17 Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; 18 y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. 19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.

Bienaventuranzas y ayes

(Mt. 5.1-12)

20 Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.(D) 23 Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas.(E)

24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo.

25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.

26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.

El amor hacia los enemigos, y la regla de oro

(Mt. 5.38-48; 7.12)

27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. 30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

El juzgar a los demás

(Mt. 7.1-5)

37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

39 Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?(F) 40 El discípulo no es superior a su maestro;(G) mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro. 41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

Por sus frutos los conoceréis

(Mt. 7.15-20)

43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto;(H) pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.(I)

Los dos cimientos

(Mt. 7.24-27)

46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.

Footnotes

  1. Lucas 6:1 Aquí equivale a sábado.
  2. Lucas 6:2 Aquí equivale a sábado.
  3. Lucas 6:5 Aquí equivale a sábado.
  4. Lucas 6:6 Aquí equivale a sábado.
  5. Lucas 6:7 Aquí equivale a sábado.
  6. Lucas 6:9 Aquí equivale a sábado.

Señor del sábado(A)

Un sábado, al pasar Jesús por los sembrados, sus discípulos arrancaron unas espigas de trigo, y las frotaban entre las manos para comérselas. Por eso algunos de los fariseos dijeron:

—¿Por qué hacen ustedes lo que está prohibido hacer en día sábado?

Jesús contestó:

—¿Nunca han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios y, tomando los panes consagrados a Dios, comió lo que solo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros.

Entonces añadió:

—El Hijo del hombre es Señor del sábado.

Otro sábado entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Así que los maestros de la Ley y los fariseos, buscando un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba en día sábado. Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, dijo al hombre de la mano paralizada:

—Levántate y ponte frente a todos.

Así que el hombre se puso de pie. Entonces Jesús dijo a los otros:

—Voy a hacerles una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal?, ¿salvar una vida o destruirla?

10 Jesús se quedó mirando a todos los que lo rodeaban y dijo al hombre:

—Extiende la mano.

Así lo hizo y la mano quedó restablecida. 11 Pero ellos se enfurecieron y comenzaron a discutir qué podrían hacer contra Jesús.

Los doce apóstoles(B)

12 Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración a Dios. 13 Al llegar la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles:

14 Simón (a quien llamó Pedro), su hermano Andrés,

Santiago,

Juan,

Felipe,

Bartolomé,

15 Mateo,

Tomás,

Santiago, hijo de Alfeo,

Simón, al que llamaban el Zelote,

16 Judas, hijo de Santiago,

y Judas, Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Bendiciones y lamentos(C)

17 Luego bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había allí una gran multitud de sus discípulos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón, 18 que habían llegado para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus malignos quedaban liberados; 19 así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.

20 Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo:

«Dichosos ustedes los pobres,
    porque el reino de Dios les pertenece.
21 Dichosos ustedes que ahora pasan hambre,
    porque serán saciados.
Dichosos ustedes que ahora lloran,
    porque luego habrán de reír.
22 Dichosos serán ustedes cuando los odien,
    cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien[a]
    por causa del Hijo del hombre.

23 »Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo. Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los profetas.

24 »Pero ¡ay de ustedes los ricos,
    porque ya han recibido su consuelo!
25 ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados,
    porque sabrán lo que es pasar hambre!
¡Ay de ustedes los que ahora ríen,
    porque sufrirán y llorarán!
26 ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
    Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.

El amor a los enemigos(D)

27 »Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, 28 bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los maltratan. 29 Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la capa, no le impidas que se lleve también la camisa. 30 Dale a todo el que te pida y, si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames. 31 Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.

32 »¿Qué mérito tienen ustedes al amar solamente a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. 33 ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. 34 ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. 35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. 36 Sean compasivos, así como su Padre es compasivo.

El juzgar a los demás(E)

37 »No juzguen y no se les juzgará. No condenen y no se les condenará. Perdonen y se les perdonará. 38 Den y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida con que midan a otros, se les medirá a ustedes».

39 También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 40 El discípulo no es superior a su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje será como su maestro.

41 »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? 42 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.

El árbol y su fruto(F)

43 »Ningún árbol bueno da fruto malo; tampoco da buen fruto el árbol malo. 44 A cada árbol se le reconoce por su propio fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. 45 El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.

El prudente y el insensato(G)

46 »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? 47 Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, oye mis palabras y las pone en práctica: 48 Se parece a un hombre que al construir una casa cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida. 49 Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó y el desastre fue terrible».

Footnotes

  1. 6:22 los desprestigien. Lit. echen su nombre como malo.