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La ofrenda de la viuda

21 Levantando los ojos, vio a unos ricos que echaban sus ofrendas en el arca del tesoro.

Y vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas.

Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.

Porque todos ellos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.

Jesucristo predice la destrucción del templo

Y al decir algunos acerca del templo que estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo:

De esto que estáis contemplando, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto?; ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén a punto de suceder?

Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.

Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.

10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino;

11 y habrá grandes terremotos en diferentes lugares, hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.

12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.

13 Y esto os será ocasión para dar testimonio.

14 Proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra defensa;

15 porque yo os daré palabras y sabiduría, a la cual no podrán contradecir ni resistir todos los que se os opongan.

16 Pero seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros;

17 y seréis aborrecidos por todos a causa de mi nombre.

18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

19 Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.

20 Pero cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su desolación ha llegado.

21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.

22 Porque éstos son días de venganza, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.

23 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!, porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira contra este pueblo.

24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

La venida del Hijo del Hombre

25 Y habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de las gentes, perplejas a causa del bramido del mar y de las olas;

26 desmayándose los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque los poderes de los cielos serán conmovidos.

27 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.

29 También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.

30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.

31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.

34 Estad alerta por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de libertinaje y embriaguez y de las preocupaciones de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.

36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

37 Y enseñaba de día en el templo; y salía a pasar las noches en el monte que se llama de los Olivos.

38 Y todo el pueblo venía a él de madrugada, para oírle en el templo.

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