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El juzgar a los demás

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, cuando está la viga en el ojo tuyo?

¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La oración y la regla de oro

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿O qué hombre hay entre vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?

11 Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le pidan?

12 Así que, todo cuanto queráis que los hombres os hagan a vosotros, así también hacedlo vosotros a ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Los dos caminos

13 Entrad por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;

14 porque es estrecha la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que lo hallan.

Por sus frutos los conoceréis

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

17 Así también, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

18 No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Nunca os conocí

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

23 Y entonces les diré claramente: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad.

Los dos cimientos

24 Todo aquel, pues, que me oye estas palabras, y las pone por obra, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

25 Descendió la lluvia, y vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; y no se cayó, porque había sido cimentada sobre la roca.

26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone por obra, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;

27 y descendió la lluvia, y vinieron los torrentes, y soplaron los vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y se cayó, y fue grande su ruina.

28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se quedaba atónita de su doctrina;

29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

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