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Corrupción moral de Israel

«¡Ay de mí! porque estoy
como cuando han recogido los frutos del verano,
como cuando han rebuscado después de la vendimia
y no queda racimo para comer,
ni uno de esos frutos que tanto desea mi alma.
Faltó el misericordioso de la tierra;
no queda entre los hombres ningún justo.
Todos acechan en busca de sangre;
cada cual tiende una red a su hermano.
Para completar la maldad con sus manos,
el príncipe demanda
y el juez juzga por recompensa;
el poderoso habla según el capricho de su alma,
y ellos lo confirman.

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