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Promesa de felicidad

Los israelitas serán tantos como la arena del mar que no se cuenta ni se mide. Y en aquel lugar no se los llamará más No-Mi-Pueblo, sino Hijos del Dios vivo. Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, tendrán un solo jefe y desbordarán de la tierra porque será grande el día de Jezrael. Llamen a sus hermanos: “Ammí” —pueblo mío—, y a sus hermanas: “Rujama” —amada mía—.

El pueblo rompe la alianza

Acusen, juzguen a su madre,
porque ella no es mi mujer
y yo no soy su marido;
que aparte de su persona
los signos de su prostitución
y, de entre sus senos,
las marcas de su adulterio.
Si no lo hace así,
la despojaré y la dejaré desnuda,
como en el día de su nacimiento;
la dejaré como un desierto,
la convertiré en tierra reseca
y la haré morir de sed.
Y no amaré a sus hijos,
porque son hijos de prostitución.
Se ha prostituido su madre,
está cubierta de vergüenza
la que los concibió. Decía:
“Me iré detrás de mis amantes,
los que me dan pan y agua,
lana y lino, aceite y bebidas”.
Pues bien, voy a cerrar
con espinos su camino
y a ponerle una valla
para que no encuentre el sendero.
Perseguirá a sus amantes,
pero no los encontrará;
los buscará y no los hallará.
Entonces dirá:
“Volveré a mi primer marido,
pues me iba mejor antes que ahora”.
10 Ella no comprendía que era yo
quien le daba el trigo,
el vino nuevo y el aceite;
y quien le facilitaba la plata y el oro
que utilizaba para hacer baales.
11 Por eso, volveré a recoger
mi trigo a su tiempo,
mi vino nuevo en su sazón,
y le quitaré mi lana y mi lino
que le di para cubrir su desnudez.
12 Entonces descubriré su infamia
delante de sus amantes
y nadie la librará de mi mano.
13 Haré cesar toda su alegría,
sus fiestas, novilunios y sábados,
y todas sus solemnidades.
14 Devastaré su viña y su higuera
de las que decía: “Son la paga
que me dieron mis amantes”.
Las convertiré en matorral
y las devorarán las bestias del campo.
15 Le pediré cuentas por los días
dedicados a los baales,
a los que quemaba incienso.
Luego se adornaba de sortijas y collares,
corría detrás de sus amantes
y se olvidaba de mí —oráculo del Señor—.

Inicio de un cambio: hacia la restauración de la unión

16 Pero he aquí que voy a seducirla:
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
17 Le devolveré sus viñas
y haré del valle de Acor
una puerta de esperanza;
y ella me responderá allí
como en los días de su juventud,
como el día en que salió de Egipto.
18 Y ese día —oráculo del Señor—
me llamarás “marido mío”
y nunca más “baal mío”.
19 Quitaré de su boca
los nombres de los baales
y no los recordará más.
20 En aquel día estableceré
a favor de ellos un pacto
con las bestias del campo,
con las aves que surcan el cielo
y los reptiles que se arrastran por la tierra;
en el país quebraré el arco,
la espada y la guerra
para que puedan descansar seguros.
21 Te desposaré para siempre;
te desposaré en justicia y en derecho,
con amor y con ternura.
22 Te desposaré en fidelidad
y me reconocerás como Señor.
23 Aquel día —oráculo del Señor—
me dirigiré a los cielos
que darán su respuesta a la tierra;
24 y la tierra dará el trigo,
el vino nuevo y el aceite
que serán para Jezrael.
25 Estableceré a mi pueblo en la tierra.
Amaré a Lo-Rujama —la-no-amada—,
y a Lo-Ammí —no-mi-pueblo—
le diré: “Tú eres mi pueblo”
y él responderá: “Y tú mi Dios”.