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En el día del juicio,
los que fueron fieles a Dios
estarán frente a los malvados.
No les tendrán miedo
a quienes los habían hecho sufrir,
ni temblarán ante
los que se burlaron de su dolor.

2-3 Más bien, serán los malvados
quienes llorarán
y sentirán un miedo terrible,
cuando vean a Dios salvar a sus fieles.
Los malvados verán su error,
y se dirán unos a otros:

«¡Qué tontos fuimos
al burlarnos de la gente fiel a Dios!
Su vida nos parecía una locura
y su muerte una desgracia.
Pero Dios los ha puesto entre sus hijos,
y les ha dado un lugar entre su pueblo.

»¡Nunca actuamos con justicia!
¡Nos alejamos de la verdad!
¡Vivíamos como si el sol
no nos alumbrara!
Nunca quisimos buscar a Dios.
Siempre practicamos el mal.
Nuestra vida está llena de maldad.
Nuestro orgullo y riquezas
ya no sirven para nada.
Todo eso desapareció
con la rapidez de un mensajero
que lleva una noticia urgente;
10 como barco que navega por el mar
sin dejar huella alguna;
11 como pájaro que vuela por el aire
y no deja rastro alguno;
12 como flecha que cruza por el aire
sin dejar marcas de su paso.

13 »Así también nosotros:
tan pronto como nacemos
dejamos de existir;
tan pronto como morimos
caemos en el olvido.
¡Nuestra propia maldad nos destruye!»

14 La esperanza de los malvados
es como el polvo que se lleva el viento;
como humo que arrastra el viento;
como recuerdo de un viajero,
que nunca más regresó.

El futuro glorioso de los buenos

15 Los buenos viven para siempre;
el Dios altísimo los cuida
y tiene un premio para ellos.
16 Dios los hará príncipes,
les pondrá una hermosa corona,
y con su gran poder
los protegerá y los defenderá.

17 Con los malvados será diferente,
Dios usará la fuerza de su enojo
y movilizará a su creación
para destruir a sus enemigos.

18 La justicia es la coraza de Dios,
y la rectitud, su casco.
19 Su santidad es su escudo,
20 y su enojo, su espada.
Su aliado es el universo entero,
y juntos destruirán a los malvados,
porque fueron muy necios.

21 Desde el cielo,
Dios lanzará rayos,
22 y hará caer granizo.
Así los malvados
serán arrastrados por los ríos,
y acabarán ahogados en el mar.
No habrá para ellos compasión.
23 Un fuerte viento los barrerá;
un huracán los hará desaparecer.
Porque su maldad arruinó la tierra
y destruyó a los reyes.