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Salmo 49 (48)

No perdura el ser humano por su riqueza

49 Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Salmo.
Escuchad esto todos los pueblos,
oíd cuantos habitáis la tierra,
el pueblo llano y los nobles,
los ricos y los humildes.
Proclamaré palabras sabias,
serán sensatas mis reflexiones,
prestaré atención al proverbio,
expondré con la cítara mi enigma.
¿Por qué he de temer en tiempo adverso
que me cerque la maldad de mis rivales,
de aquellos que confían en sus bienes
y de su inmensa riqueza se jactan?
Pues nadie puede redimir a otro,
ni pagar a Dios su rescate.
Es tan alto el precio de su vida
que siempre les falta algo.
10 ¿Seguirá vivo por siempre?
¿Acaso no verá él la tumba?
11 He aquí que también perecen los sabios,
lo mismo que mueren los necios e ignorantes,
y dejan a otros sus riquezas.
12 Piensan que sus casas son eternas,
que son perpetuas sus moradas,
que para siempre dominan las tierras.
13 Pero el ser humano no perdura por su riqueza;
como los animales mueren, igual él.
14 Este es el destino del que en sí confía,
el porvenir de los que hablan satisfechos. [ Pausa]
15 Se dirigen al reino de los muertos
cual rebaño al que la misma muerte pastorea.
De mañana los someten los íntegros
mientras su imagen se desfigura
en el reino de los muertos;
lejos de sus palacios.
16 Pero a mí Dios va a rescatarme
de la garra del reino de los muertos,
sí, él me llevará consigo. [ Pausa]
17 No recelaré si alguno se enriquece,
si aumenta el prestigio de su casa,
18 pues al morir nada podrá llevarse,
su prestigio no descenderá tras él.
19 Mientras él vivía, se felicitaba diciendo:
“Te admiran porque has prosperado”.
20 Marchará junto a sus antepasados
que ya nunca más verán la luz.
21 No perdura el ser humano por su riqueza;
como mueren los animales, igual él.

La insensatez de confiar en las riquezas

Al músico principal. Salmo de los hijos de Coré.

49 Oíd esto, pueblos todos;

Escuchad, habitantes todos del mundo,

Así los plebeyos como los nobles,

El rico y el pobre juntamente.

Mi boca hablará sabiduría,

Y el pensamiento de mi corazón inteligencia.

Inclinaré al proverbio mi oído;

Declararé con el arpa mi enigma.

¿Por qué he de temer en los días de adversidad,

Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare?

Los que confían en sus bienes,

Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,

Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,

Ni dar a Dios su rescate

(Porque la redención de su vida es de gran precio,

Y no se logrará jamás),

Para que viva en adelante para siempre,

Y nunca vea corrupción.

10 Pues verá que aun los sabios mueren;

Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio,

Y dejan a otros sus riquezas.

11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas,

Y sus habitaciones para generación y generación;

Dan sus nombres a sus tierras.

12 Mas el hombre no permanecerá en honra;

Es semejante a las bestias que perecen.

13 Este su camino es locura;

Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah

14 Como a rebaños que son conducidos al Seol,

La muerte los pastoreará,

Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana;

Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.

15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol,

Porque él me tomará consigo. Selah

16 No temas cuando se enriquece alguno,

Cuando aumenta la gloria de su casa;

17 Porque cuando muera no llevará nada,

Ni descenderá tras él su gloria.

18 Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma,

Y sea loado cuando prospere,

19 Entrará en la generación de sus padres,

Y nunca más verá la luz.

20 El hombre que está en honra y no entiende,

Semejante es a las bestias que perecen.