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Salmo 74 (73)

Defiende tu causa, Señor

74 Poema de Asaf.
¿Por qué, Dios, nos has abandonado para siempre
y tu ira se ha encendido contra tu rebaño?
Recuerda a la comunidad que antaño adquiriste,
a la tribu que rescataste como heredad tuya,
a este monte Sión donde tú habitas.
Encamina tus pasos hacia las ruinas eternas:
el enemigo ha devastado todo en el santuario.
Tus rivales rugían en medio de tu asamblea,
levantaban como señal de victoria sus estandartes.
Aparecieron como quien blande
un hacha en un bosque espeso;
con hachas y martillos
destrozaron los bajorrelieves;
prendieron fuego a tu santuario,
profanaron la morada de tu nombre.
Pensaron: “¡Destruyámoslos de una vez!”.
Y quemaron las moradas de Dios en la tierra.
No tenemos bandera, no queda un profeta
y nadie entre nosotros sabe cuánto durará.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el rival?
¿Difamará siempre tu nombre el enemigo?
11 ¿Por qué está inactiva tu mano
y tu diestra reposa en tu regazo?
12 Dios es mi rey desde antiguo,
mi salvador en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con poder,
rompiste la cabeza de los monstruos marinos;
14 destrozaste las cabezas de Leviatán,
lo diste como pasto a una jauría de alimañas.
15 Tú hiciste fluir manantiales y arroyos,
secaste los ríos de corrientes sin fin.
16 Tuyo es el día, tuya la noche;
tú creaste la luna y el sol,
17 fijaste los límites de la tierra,
verano e invierno tú formaste.
18 Recuerda, Señor, que el enemigo te ha injuriado,
que un pueblo miserable difama tu nombre.
19 ¡No arrojes a las fieras la vida de tu tórtola,
no olvides jamás la vida de tus humildes!
20 Dirige tu mirada a la alianza,
pues hasta los últimos rincones del país
están repletos de violencia.
21 Que el oprimido no regrese avergonzado,
que el humilde y el pobre alaben tu nombre.
22 Oh Dios, ponte en acción, defiende tu causa,
recuerda que sin cesar te ofende el insensato.
23 No olvides el clamor de tu adversario,
el grito de tus rivales que no para de crecer.

Apelación a Dios en contra del enemigo

Masquil de Asaf.

74 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre?

¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?

Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,

La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;

Este monte de Sion, donde has habitado.

Dirige tus pasos a los asolamientos eternos,

A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.

Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;

Han puesto sus divisas por señales.

Se parecen a los que levantan

El hacha en medio de tupido bosque.

Y ahora con hachas y martillos

Han quebrado todas sus entalladuras.

Han puesto a fuego tu santuario,

Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.

Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez;

Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.

No vemos ya nuestras señales;

No hay más profeta,

Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?

¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?

11 ¿Por qué retraes tu mano?

¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;

El que obra salvación en medio de la tierra.

13 Dividiste el mar con tu poder;(A)

Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.

14 Magullaste las cabezas del leviatán,(B)

Y lo diste por comida a los moradores del desierto.

15 Abriste la fuente y el río;

Secaste ríos impetuosos.

16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;

Tú estableciste la luna y el sol.

17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;

El verano y el invierno tú los formaste.

18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová,

Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.

19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola,

Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.

20 Mira al pacto,

Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.

21 No vuelva avergonzado el abatido;

El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.

22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa;

Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.

23 No olvides las voces de tus enemigos;

El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.