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115 ¡Apartaos de mí, malignos,
pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios!
116 Susténtame conforme a tu palabra y viviré;
no quede yo avergonzado de mi esperanza.
117 Sosténme y seré salvo,
y me regocijaré siempre en tus estatutos.

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