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Salmo 12 (11)

Sálvanos, Señor, que ha desaparecido el fiel

12 Al maestro del coro; en octava. Salmo de David.
Sálvanos, Señor, que ha desaparecido el fiel,
no queda lealtad entre los seres humanos.
Se mienten unos a otros,
conversan con lengua aduladora y corazón doble.
Que el Señor extirpe la palabra aduladora,
la lengua que habla con arrogancia;
que aniquile a quienes dicen:
“Con nuestra lengua nos hacemos fuertes,
en nuestras palabras confiamos,
¿quién podrá dominarnos?”.
Por la opresión de los humildes,
por los gritos de los desvalidos
estoy decidido a actuar —dice el Señor—
y daré la salvación a quien suspira por ella.
Las palabras del Señor son palabras puras,
plata aquilatada en un crisol de barro,
que ha sido refinada siete veces.
Tú, Señor, nos protegerás,
nos librarás de esta generación por siempre.
Los malvados vagan errantes por todas partes,
la vileza humana llega al colmo.