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Oh Señor Soberano, tú eres el poderoso que me rescató.
    Tú me protegiste en el día de la batalla.
Señor, no permitas que los malvados se salgan con la suya;
    no dejes que prosperen sus maquinaciones malignas
    porque se volverán orgullosos. Interludio

Que mis enemigos sean destruidos
    por el mismo mal que han planeado contra mí.

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