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Hazme escapar, y líbrame en tu justicia:

Inclina tu oído y sálvame.

Séme por peña de estancia, adonde recurra yo continuamente:

Mandado has que yo sea salvo;

Porque tú eres mi roca, y mi fortaleza.

Dios mío, líbrame de la mano del impío,

De la mano del perverso y violento.

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