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Derramaron como agua su sangre
en los alrededores de Jerusalén;
no hubo quien los enterrase.
Somos una afrenta para nuestros vecinos,
burla y ridículo ante los que están
a nuestro alrededor.
¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Has de estar airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo?

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