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Tobías regresa a su casa

11 Cuando ya estaban cerca de la ciudad de Caserín, que está frente a Nínive, el ángel le dijo a Tobías: «Tú sabes en qué condiciones dejamos a tu padre. Vamos a adelantarnos a Sara. Así prepararemos la casa para cuando ella llegue junto con los demás».

El ángel y Tobías se adelantaron, y el perro se fue tras ellos. El ángel le dijo a Tobías: «Ten lista la hiel del pescado».

5-8 Antes de llegar a la casa, el ángel le dijo a Tobías:

«Estoy seguro de que tu padre volverá a ver. Si le pones la hiel del pescado en los ojos, se le quitarán las cataratas y volverá a ver».

Ana estaba sentada, con la mirada fija en el camino. De repente, sin verlo ni oírlo, sintió que su hijo se acercaba, y le dijo a su esposo: «¡Ya viene tu hijo con su amigo!» Entonces salió corriendo y, con lágrimas en los ojos, abrazó a Tobías y exclamó: «Hijo mío, qué alegría volverte a ver; ¡ya puedo morir tranquila!»

10 Tobit se levantó y, con dificultad, logró salir a la puerta del patio. 11 Tobías fue a su encuentro y lo tomó de la mano. Luego le sopló en los ojos, le puso la hiel del pescado y le dijo: «¡Ten confianza, padre mío!» 12 Enseguida Tobías le despegó con ambas manos las cataratas de los ojos. 13 Entonces Tobit lo abrazó y le dijo: «¡Hijo mío, luz de mis ojos, ya puedo verte!»; 14 y alabó a Dios con estas palabras:

«¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su gran poder!
¡Benditos sean sus santos ángeles!
¡Alabado sea Dios por siempre!
Aunque me castigó,
tuvo compasión de mí
y me permitió ver a mi hijo».

15 Tobías entró en la casa muy contento, alabando a Dios en voz alta. Luego le contó a su padre que había tenido un viaje sin problemas. También le dijo que traía la plata, que se había casado con Sara, la hija de Ragüel, y que ella estaba por llegar a Nínive.

16 Tobit salió entonces a la puerta de la ciudad a recibir a su nuera. Iba muy contento y alabando a Dios. Cuando la gente de Nínive lo vio caminando con paso seguro y sin ayuda, se sorprendió. Tobit les contó a todos que Dios había tenido compasión de él y le había devuelto la vista. 17 Al ver a Sara, la bendijo diciéndole:

«¡Hija mía, bendito sea Dios que te trajo a nosotros! ¡Bendito sea tu padre, bendito sea mi hijo Tobías, y bendita seas tú!

»¡Bienvenida, ésta es tu casa! ¡Que la bendición y el gozo de Dios estén siempre contigo!»

18 Ese día, todos los judíos que vivían en Nínive hicieron una gran fiesta. 19 Y Ajicar y Nadab, que eran sobrinos de Tobit, fueron a felicitarlo.