Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Job 1-5

¿Quién era Job?

Había una vez, en cierto país llamado Uz, un hombre muy bueno y honrado. Siempre obedecía a Dios en todo y evitaba hacer lo malo. Se llamaba Job, 2-3 y era el hombre más rico en la región del este. Tenía siete hijos y tres hijas, y muchos esclavos a su servicio. Además, era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, mil bueyes y quinientas burras.

Los hijos de Job hacían grandes fiestas, y siempre invitaban a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos. Eran tantas las fiestas que hacían, que se iban turnando entre ellos. Después de cada fiesta, Job llamaba a sus hijos y celebraba una ceremonia para pedirle a Dios que les perdonara cualquier pecado que pudieran haber cometido. Se levantaba muy temprano y le presentaba a Dios una ofrenda por cada uno de sus hijos. Job hacía esto pensando que tal vez sus hijos podrían haber ofendido a Dios o pecado contra él. Para Job, esto era una costumbre de todos los días.

El ángel acusador

El día en que los ángeles tenían por costumbre presentarse ante Dios, llegó también el ángel acusador. Y Dios le dijo:

—¡Hola! ¿De dónde vienes?

Y éste le contestó:

—Vengo de recorrer toda la tierra.

Entonces Dios le preguntó:

—¿Qué piensas de Job, mi fiel servidor? No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo.

El ángel acusador respondió:

—¡Por supuesto! ¡Pero si Job te obedece, es por puro interés! 10 Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región! 11 Pero yo te aseguro que si lo maltratas y le quitas todo lo que tiene, ¡te maldecirá en tu propia cara!

12 Entonces Dios le dijo al acusador:

—Muy bien, haz lo que quieras con todo lo que tiene, pero a él ni lo toques.

Dicho esto, el ángel se marchó.

Primeras pruebas de Job

13-14 Un día, mientras los hijos y las hijas de Job celebraban una fiesta en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a decirle a Job: «¡Unos bandidos de la región de Sabá nos atacaron y se robaron los animales! Nosotros estábamos arando con los bueyes, mientras los burros se alimentaban por allí cerca. 15 De repente, esos bandidos comenzaron a matar gente, y sólo yo pude escapar para darle la noticia».

16 Todavía estaba hablando ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo a Job: «¡Un rayo acaba de matar a las ovejas y a los pastores! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!»

17 No terminaba de hablar ese hombre cuando otro mensajero llegó y le dijo: «¡Tres grupos de bandidos de la región de Caldea nos atacaron, mataron a los esclavos, y se llevaron los camellos! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!»

18 Todavía estaba hablando ese hombre cuando un cuarto mensajero llegó y le dijo a Job: «Todos sus hijos estaban celebrando una fiesta en casa de su hijo mayor. 19 De repente, vino un fuerte viento del desierto y derribó la casa. ¡Todos sus hijos murieron aplastados! ¡Sólo yo pude escapar para darle la noticia!»

20 En cuanto Job oyó esto, se puso de pie y rompió su ropa en señal de dolor; luego se rasuró la cabeza y se inclinó hasta el suelo para adorar a Dios. 21 Y dijo:

«Nada he traído a este mundo,
y nada me voy a llevar.
¡Bendigo a Dios cuando da!
¡Bendigo a Dios cuando quita!»

22 Y a pesar de todo lo que le había sucedido, Job no ofendió a Dios ni le echó la culpa.

Más pruebas para Job

El día en que los ángeles se reunían con Dios, también el ángel acusador se presentó, y Dios le dijo:

—¡Hola! ¿De dónde vienes?

Y el acusador contestó:

—Vengo de recorrer toda la tierra.

Entonces Dios le preguntó:

—¿Qué piensas de Job, mi fiel servidor? No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo, y me sigue obedeciendo, a pesar de que me convenciste de hacerle mal sin ningún motivo.

El ángel acusador le contestó:

—¡Mientras a uno no lo hieren donde más le duele, todo va bien! Pero si de salvar la vida se trata, el hombre es capaz de todo. Te aseguro que si lo maltratas, ¡te maldecirá en tu propia cara!

Dios le dijo:

—Muy bien, te dejaré que lo maltrates, pero no le quites la vida.

En cuanto el acusador se marchó, llenó a Job con llagas en todo el cuerpo. Por eso, Job fue a sentarse sobre un montón de ceniza, y todo el día se lo pasaba rascándose con una piedra. Su esposa fue a decirle:

—¿Por qué insistes en demostrar que eres bueno? ¡Mejor maldice a Dios, y muérete!

10 Pero Job le respondió:

—No digas tonterías. Si aceptamos todo lo bueno que Dios nos da, también debemos aceptar lo malo.

Y a pesar de todo lo que le había sucedido, Job no pecó contra Dios diciendo algo malo.

Los tres amigos de Job

11 Job tenía tres amigos: Elifaz, que era de la región de Temán; Bildad, de un lugar llamado Súah; y Zofar, de un lugar llamado Naamat. Cuando supieron todo lo malo que le había sucedido a Job, se pusieron de acuerdo para ir a consolarlo y decirle cuán tristes estaban por la muerte de sus hijos.

12 Al llegar a donde vivía Job, lo vieron de lejos, y no lo reconocieron; pero cuando ya estuvieron frente a él, comenzaron a llorar y a gritar. Enseguida rompieron su ropa y se echaron ceniza sobre la cabeza para mostrar su tristeza. 13 Durante siete días y siete noches estuvieron sentados en el suelo, haciéndole compañía. Era tan grande el sufrimiento de Job que ninguno de ellos se atrevía a decirle nada.

Las quejas de Job

Llegó el momento en que Job ya no pudo más y comenzó a maldecir el día en que nació. Entonces, dijo:

«¡Maldito sea el día en que nací!
Maldita la noche en que anunciaron:
“¡Fue niño!”
4-6 ¡Que borren del calendario ese día!
¡Que nadie se acuerde de él,
ni siquiera el Dios del cielo!
¡Que sea arrojado en las tinieblas
y todos se olviden de él!

»¡Que en esa noche
nadie vuelva a nacer!
¡Que nadie grite de alegría!
¡Que maldigan ese día
los que tienen poder
sobre el monstruo del mar!
¡Que ese día no salga el sol
ni se vea la estrella de la mañana,
10 porque me dejó nacer
en un mundo de miserias!

11-13 »Mejor hubiera nacido muerto.
¡Así nadie me habría abrazado
ni me habría amamantado,
y ahora estaría descansando en paz!
14-15 ¡Estaría en la compañía
de esos reyes, gobernantes y consejeros
que construyeron grandes monumentos
y llenaron de oro y plata sus palacios!

16 »Mejor me hubieran enterrado
como se entierra a los niños
que nacen antes de tiempo
y nunca llegan a ver el sol.
17-18 Para los cansados y prisioneros,
la muerte es un descanso,
pues ya no oyen gritar al capataz.
Con la muerte, los malvados
dejan de hacer destrozos.
19 En la muerte se encuentran
los débiles y los poderosos,
y los esclavos se libran de sus amos.

20 »¿Por qué nos deja nacer Dios
si en la vida sólo vamos a sufrir?
¿Por qué deja seguir viviendo
a los que viven amargados?
21 Buscan con ansias la muerte,
como si buscaran un tesoro escondido.
Quisieran morirse,
pero la muerte no llega.
22 ¡Muy grande sería su alegría
si pudieran bajar a la tumba!

23 »Dios nos cierra el paso
y nos hace caminar a ciegas.
24 Lágrimas y quejas
son todo mi alimento.
25-26 Ya he perdido la paz.
Mis peores temores
se han hecho realidad».

Primera respuesta de Elifaz

Elifaz le dijo a Job:

«Puede ser que no te guste
lo que tengo que decirte,
pero no puedo quedarme callado.
Si bien recuerdo,
tú fuiste maestro de muchos
y animabas a los desanimados;
palabras no te faltaban
para alentar a los tristes
y apoyar a los débiles.
Pero ahora que sufres,
no lo soportas
y te das por vencido.
Según tú, no haces nada malo,
¿por qué entonces desconfías de Dios?

»¡No me vayas a decir
que quien hace lo bueno
sufre y acaba mal!
He podido comprobar
que quien mal anda mal acaba.

»Cuando Dios se enoja,
con un soplo destruye al malvado,
10-11 y aunque ruja o gruña como león,
Dios le romperá los dientes.
Como no podrá comer,
se morirá de hambre,
y sus hijos tendrán que huir.

12 »Alguien me confió un secreto,
que apenas pude escuchar.
13 Mientras todo el mundo dormía,
tuve un sueño, y perdí la calma.
14 ¡Fue tanto el miedo que sentí,
que todo el cuerpo me temblaba!
15 Sentí en la cara un viento helado,
y se me erizaron los pelos.
16 ¡Sabía que alguien estaba allí,
pero no podía verlo!
Todo alrededor era silencio.
De pronto oí que alguien decía:

17 “Nadie es mejor que su creador.
¡Ante él, no hay inocentes!
18 Dios ni en sus ángeles confía,
pues hasta ellos le fallan;
19 ¡mucho menos va a confiar
en nosotros los humanos!
Estamos hechos de barro,
y somos frágiles como polillas.

20-21 ”En esta vida estamos de paso;
un día nacemos
y otro día morimos.
¡Desaparecemos para siempre,
sin que a nadie le importe!
¡Morimos sin llegar a ser sabios!”
»¡Grita, Job!
¡Grita todo lo que quieras,
a ver si algún ángel te responde!
Sólo los tontos y necios
se mueren de celos y envidia.
Algunos llegan a prosperar,
pero su casa está maldita.
A sus hijos,
nadie los ayuda ni los defiende;
¡en los tribunales del pueblo
nadie les hace justicia!
Sus riquezas y sus cosechas
terminan en la mesa de los hambrientos.

»¡Siempre hay una razón
para el mal y la desgracia!
Así como el fuego es la causa
de que salten chispas,
nosotros somos responsables
de nuestra propia desgracia.

»Si yo estuviera en tu lugar,
pondría mi caso en manos de Dios.
Sus milagros y maravillas
no los podemos entender.
10 Dios hace que la lluvia
caiga sobre los campos;
11 Dios da poder a los humildes
y ayuda a los afligidos;
12-13 Dios hace que los astutos
caigan en sus propias trampas;
les desbarata sus planes malvados
y les arruina sus malas acciones.
14 Dios hace que se tropiecen de día
como si anduvieran de noche,
15 pero salva a la gente pobre
del poder de sus enemigos;
16 a los pobres les devuelve la esperanza,
pero a los malvados los deja callados.

17 »Cuando el Dios todopoderoso te corrija,
puedes considerarte bendecido;
no desprecies su corrección.
18 Dios hiere, pero cura la herida;
Dios golpea, pero alivia el dolor.
19 Una y otra vez vendrá a ayudarte,
y aunque estés en graves peligros
no dejará que nada te dañe.
20 En tiempos de hambre,
no dejará que te mueras;
en tiempos de guerra,
no dejará que te maten.
21 Cuando alguien te maldiga,
no tendrás por qué tener miedo;
esa maldición no se cumplirá.
22 Te reirás del hambre
y de las calamidades,
y no tendrás por qué temer
a los animales salvajes:
23 ¡las piedras del campo
y las bestias salvajes
serán tus mejores amigas!
24 En tu casa vivirás tranquilo,
y cuando cuentes tu ganado
no te faltará un solo animal.
25 Tendrás muchos hijos y muchos nietos;
¡nacerán como la hierba del campo!
26 Serás como el trigo
que madura en la espiga:
no morirás antes de tiempo,
sino cuando llegue el momento.
27 Esto es un hecho comprobado.
Si nos prestas atención,
tú mismo podrás comprobarlo».