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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 43-45

SALMO 43 (42)

43 Dios mío,
tú sabes que soy inocente,
defiéndeme de los que no te aman,
pues sólo mienten y hacen lo malo.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazaste?
¿Por qué debo andar triste
y perseguido por mis enemigos?
Que tu verdad sea nuestra luz
y nos guíe hasta tu templo,
el lugar donde tú vives.
Así me presentaré ante tu altar,
y allí te alabaré
con música de arpas,
pues tú eres mi Dios,
¡tú me llenas de alegría!

¡No hay razón
para que me inquiete!
¡No hay razón
para que me preocupe!
¡Pondré mi confianza
en Dios mi salvador!
¡Sólo a él alabaré!

¡Entra ya en acción!

SALMO 44 (43)

Poema educativo compuesto por la familia de Coré.

44 Dios mío,
nuestros padres nos han contado
las grandes maravillas
que tú hiciste en el pasado.
Tú mismo echaste de su tierra
a los otros pueblos;
los destruiste por completo,
y en lugar de ellos pusiste
a nuestro propio pueblo,
y lo hiciste prosperar.

No fue con la espada
como ellos conquistaron esta tierra;
no fue la fuerza de su brazo
lo que les dio la victoria.
¡Fue tu mano poderosa!
¡Fue la luz de tu presencia,
porque tú los amabas!

Tú eres mi Dios y mi rey;
¡tú nos diste la victoria!
Por tu gran poder
vencimos a nuestros enemigos;
¡destruimos a nuestros agresores!
Yo no pondría mi confianza
en mi arco y en mis flechas,
ni pensaría que mi espada
podría darme la victoria;
¡fuiste tú quien nos hizo vencer
a nuestros enemigos!,
¡fuiste tú quien puso en vergüenza
a nuestros adversarios!
Dios nuestro,
¡siempre te alabaremos!,
¡siempre te daremos gracias!

Pero ahora nos has rechazado;
nos has hecho pasar vergüenza.
Ya no marchas con nuestros ejércitos.
10 Nos has hecho huir;
¡el enemigo nos ha quitado
todo lo que teníamos!

11 Has dejado que nos devoren
como si fuéramos ovejas;
has dejado que nos dispersemos
entre las otras naciones.
12 Nos vendiste muy barato,
¿y qué ganaste con eso?

13-14 Nos pusiste en ridículo
delante de nuestros vecinos;
las naciones y los pueblos
se burlan de nosotros;
¡somos el hazmerreír
de todo el mundo!
15 Me muero de vergüenza,
pues a todas horas me ofenden;
16 ¡mis enemigos me gritan
y buscan vengarse de mí!

17 Todo esto lo hemos sufrido
a pesar de no haberte olvidado;
jamás hemos faltado a tu pacto;
18 jamás te hemos sido infieles,
ni te hemos desobedecido.
19 Y a pesar de todo eso,
nos has echado en lugares de miseria;
¡nos has dejado en profunda oscuridad!

20 Si te hubiéramos olvidado,
o hubiéramos adorado
a dioses de otros pueblos,
21 tú te habrías dado cuenta,
pues sabes lo que pensamos.
22 Pero por causa tuya nos matan;
¡por ti nos tratan siempre
como a ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta ya, Dios mío!
¿Por qué sigues durmiendo?
¡Entra ya en acción!
¡No nos sigas rechazando!
24 ¿Por qué te escondes?
¿Por qué nos olvidas?
¡Mira cómo nos oprimen!
25 Estamos derrotados por completo;
tenemos que arrastrarnos por el suelo.
26 ¡Ven ya en nuestra ayuda!
¡Sálvanos por tu gran amor!

Al rey, en sus bodas

SALMO 45 (44)

Poema compuesto por la familia de Coré, para las bodas del rey. Instrucciones para el director del coro: Este poema deberá cantarse con la melodía «Los lirios».

45 Me nace del corazón
decir palabras bonitas.
¡Cómo quisiera tener
la inspiración de un poeta,
y escribirle versos a Su Majestad!

El rey es el hombre más hermoso
y sabe hablar con elegancia.
Bien puede verse
que Dios siempre lo bendice.
3-4 ¡Su Majestad es valiente
y cabalga con gran elegancia,
llevando la espada en la cintura!
Sale a luchar por la verdad,
sale a luchar por la justicia.
Con el poder de su brazo
realiza grandes hazañas
y sale victorioso.
Traspasa con sus flechas
el corazón de sus enemigos;
¡al paso de Su Majestad
se rinden las naciones!

Su Majestad,
su reinado, como el de Dios,
durará para siempre
y usará su poder
en favor de la justicia.
Su Majestad
se complace en lo bueno,
y rechaza la injusticia.
Dios lo hizo su rey favorito,
¡el rey más feliz de la tierra!
De sus vestidos brota
el aroma de finísimos perfumes.
Desde los palacios de marfil
se oye música de arpas
que lo llenan de alegría.

Las más bellas princesas
son las damas de su corte;
sentada a su mano derecha
está la futura reina,
vestida con finas telas de oro.

10 Escúchame, princesa;
préstame atención:
Ya no pienses en tu pueblo,
ya no llores por tus padres.
11 Su Majestad te desea;
tu hermosura lo cautiva.
Harás todo lo que te pida,
pues pronto será tu esposo.
12 Los príncipes de Tiro
te llenarán de regalos;
la gente más importante
buscará quedar bien contigo.

13 La princesa está en su alcoba;
sus finos vestidos de oro,
resaltan su hermosura.
14-15 Vestida de finos bordados
y acompañada de sus damas,
se presenta ante el rey
entre gritos de alegría.

16 Su Majestad,
sus hijos serán príncipes,
y al igual que sus abuelos,
dominarán toda la tierra.

17 Yo, con mis versos,
haré que Su Majestad
sea recordado siempre
en todas las naciones.

Salmos 49

No confíes en las riquezas

SALMO 49 (48)

Himno compuesto por la familia de Coré.

49 1-2 ¡Escúchenme ustedes,
pueblos que habitan este mundo!
Y ustedes, gente pobre y humilde;
y ustedes, gente rica y poderosa,
¡préstenme atención!
No sólo voy a hablarles
como habla la gente sabia,
sino que expresaré mis ideas
con la mayor inteligencia.
Voy a decirles una adivinanza,
y mientras toco el arpa
les diré de qué se trata.

¿Por qué voy a tener miedo
cuando lleguen los problemas?
¿Por qué voy a tener miedo
cuando me ataquen mis enemigos?
¡No tengo por qué temerles
a esos ricos orgullosos
que confían en sus riquezas!
Ninguno de ellos
es capaz de salvar a otros;
ninguno de ellos
tiene comprada la vida.

La vida tiene un precio muy alto:
¡ningún dinero la puede comprar!
No hay quien viva para siempre
y nunca llegue a morir.
10 Mueren los sabios,
y mueren los necios.
¡Eso no es nada nuevo!
Al fin de cuentas,
sus riquezas pasan a otras manos.
11 Podrán haber tenido tierras,
y haberlas puesto a su nombre,
pero su hogar permanente
será tan sólo la tumba;
¡de allí no saldrán jamás!

12 Puede alguien ser muy rico,
y no vivir para siempre;
al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.

13 Esto es lo que les espera
a quienes confían en sí mismos;
en esto acaban los orgullosos.
14 Su destino final es el sepulcro;
la muerte los va llevando
como guía el pastor a sus ovejas.
En cuanto bajen a la tumba,
abandonarán sus antiguos dominios.
El día de mañana
los justos abrirán sus tumbas
y esparcirán sus huesos.
15 ¡Pero a mí, Dios me librará
del poder de la muerte,
y me llevará a vivir con él!

16 Tú no te fijes
en los que se hacen ricos
y llenan su casa con lujos,
17 pues cuando se mueran
no van a llevarse nada.
18 Mientras estén con vida,
tal vez se sientan contentos
y haya quien los felicite
por tener tanto dinero;
19 pero al fin de cuentas
no volverán a ver la luz;
morirán como murieron sus padres.

20 Puede alguien ser muy rico,
y jamás imaginarse
que al fin le espera la muerte
como a cualquier animal.

Salmos 84-85

¡Qué bello es tu templo!

SALMO 84 (83)

Himno de la Escuela de música de Coré. Instrucciones para el director del coro: Este himno deberá cantarse con la melodía que se canta al exprimir las uvas.

84 Dios del universo,
¡qué bello es tu templo,
la casa donde vives!
Deseo con toda el alma
estar en los patios de tu templo;
¡me muero por llegar a ellos!
Tú eres el Dios de la vida,
por eso te canto alegre
con todas las fuerzas de mi corazón.

Mi Dios y rey,
Dios del universo,
cerca de tu altar
gorriones y golondrinas
hallan lugar para sus nidos
y allí ponen a sus polluelos.

¡Qué felices son
los que viven en tu templo!
¡Nunca dejan de alabarte!
¡Qué felices son
los que de ti reciben fuerzas,
y de todo corazón desean
venir hasta tu templo!
Cuando cruzan el valle del Llanto,
lo convierten en manantial;
hasta las lluvias tempranas
cubren el valle con sus bendiciones.
Mientras más avanzan,
más fuerzas tienen,
y cuando llegan a tu templo
te contemplan a ti, el Dios verdadero.

Dios mío,
¡atiéndeme!
Dios de Israel,
Dios del universo,
¡escucha mi oración!
Dios y protector nuestro,
muéstranos tu bondad,
pues somos tu pueblo elegido.
10 Prefiero pasar un día en tu templo
que estar mil días lejos de él;
prefiero dedicarme a barrer tu templo
que convivir con los malvados.

11 Señor y Dios nuestro,
tú nos das calor y protección;
nos das honor y gloria.
Tu bondad no tiene medida
para los que siempre hacen lo bueno.
12 Dios del universo,
¡bendice a los que en ti confían!

¡Devuélvenos la vida!

SALMO 85 (84)

Himno de la Escuela de música de Coré.

85 Dios mío,
tú has sido bondadoso
con esta tierra tuya:
le devolviste a Israel
su antigua felicidad,
le perdonaste a tu pueblo
su maldad y sus pecados,
¡tu enojo con ellos se calmó!

Dios y salvador nuestro,
deja ya de enojarte con nosotros,
y devuélvenos la felicidad.
¿Acaso para siempre
vas a estar enojado con nosotros?
Estamos como muertos;
¡devuélvenos la vida!
Nosotros somos tu pueblo;
de ti esperamos alegría.
Dios mío,
danos muestras de tu amor
y bríndanos tu ayuda.

Dejemos de hacer locuras
y obedezcamos a Dios.
Recordemos que somos suyos,
y que él nos ha prometido paz.
Dios está siempre cerca
para salvar a quienes lo honran,
y para que su poder
nunca nos abandone.

10 El amor y la lealtad,
la paz y la justicia,
sellarán su encuentro con un beso.
11 La lealtad brotará de la tierra,
y la justicia se asomará desde el cielo;
12 Dios nos dará bienestar,
nuestra tierra dará buenas cosechas,
13 y la justicia, como mensajera,
anunciará la llegada de Dios.

Salmos 87

Himno a Jerusalén

SALMO 87 (86)

Himno de la Escuela de música de Coré.

87 Dios mismo fundó
la ciudad de Jerusalén
sobre su montaña.
No hay en todo Israel
otra ciudad más amada por Dios
que la ciudad de Jerusalén.

Ciudad de Dios,
de ti se dicen cosas muy bellas.
4-5 Dios ha dicho:
«Entre los pueblos que me adoran
se encuentran Egipto y Babilonia,
Tiro, Etiopía y Filistea.
La gente de esas naciones dirá:
“¡Conocí a Dios en Jerusalén!”
Y lo mismo dirán los del monte Sión.

»Yo, el Dios altísimo,
fundé Jerusalén
con mis propias manos.
En mi lista de naciones,
yo mismo escribí:
“Toda esta gente
me conoció en Jerusalén”».

Y entre cantos y danzas,
esas naciones dirán:
«Conocimos a Dios en Jerusalén».