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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Salmos 7

Oración pidiendo justicia

Lamento de David dirigido a Dios por lo que le hizo un hombre de la tribu de Benjamín, que se llamaba Cus.

Mi Dios, en ti confío;
¡sálvame de los que me persiguen!,
¡líbrame de todos ellos!
Si no me salvas, acabarán conmigo;
me despedazarán como leones
y nadie podrá librarme de ellos.

Dios mío,
¿qué daño les hice?,
¿qué mal cometí?
¿Acaso le hice daño a mi amigo?
¿Acaso le quité algo
a quien me maltrata sin razón?
Si es así,
deja que mi enemigo
me persiga y me alcance;
deja que me arrastre por el suelo
y que me ponga en vergüenza.

6-7 Dios mío,
¡siéntate ya en tu alto trono,
y rodeado de las naciones,
declárame inocente!
¡Enfréntate a la furia de mis enemigos
y muéstrales tu enojo!

Tú, Dios mío,
eres el juez de los pueblos:
¡júzgame y dicta mi sentencia,
pero toma en cuenta que soy inocente!
Tú eres un Dios justo,
y conoces nuestros pensamientos:
¡acaba, pues, con los malvados,
para que ya no hagan lo malo,
pero dale tu apoyo a la gente honrada!

10 Dios mío,
tú me das tu protección;
me proteges como un escudo.
Tú salvas a la gente honrada.
11 Tú eres un juez justo
y siempre castigas a los malvados.
12 Si éstos no se arrepienten,
tú afilarás tu espada
y prepararás tu arco.
13 Ya tienes listas tus armas de muerte;
¡ya tienes listas tus flechas de fuego!

14 ¡Fíjense en el malvado!
Planea el crimen, lo comete
y luego niega haberlo cometido.
15 Ha hecho un hoyo muy profundo,
pero en ese mismo hoyo caerá,
16 y sufrirá las consecuencias
de su violencia y maldad.

17 Yo, en cambio,
alabaré a Dios porque es justo.
¡Yo le cantaré himnos
al Dios altísimo!

Salmos 27

Tú proteges mi vida

SALMO 27 (26)

Himno de David.

27 Dios mío,
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma.

Dios mío,
sólo una cosa te pido,
sólo una cosa deseo:
déjame vivir en tu templo
todos los días de mi vida,
para contemplar tu hermosura
y buscarte en oración.
Cuando vengan tiempos difíciles,
tú me darás protección:
me esconderás en tu templo,
que es el lugar más seguro.
Tú me darás la victoria
sobre mis enemigos;
yo, por mi parte,
cantaré himnos en tu honor,
y ofreceré en tu templo
sacrificios de gratitud.

Dios mío, te estoy llamando:
¡escúchame!
Ten compasión de mí:
¡respóndeme!

Una voz interna me dice:
«¡Busca a Dios!»
Por eso te busco, Dios mío.
Yo estoy a tu servicio.
No te escondas de mí.
No me rechaces.
¡Tú eres mi ayuda!

Dios mío,
no me dejes solo;
no me abandones;
¡tú eres mi salvador!
10 Mis padres podrán abandonarme,
pero tú me adoptarás como hijo.

11 Dios mío,
por causa de mis enemigos
dime cómo quieres que viva
y llévame por el buen camino.
12 No dejes que mis enemigos
hagan conmigo lo que quieran.

Falsos testigos se levantan,
me acusan y me amenazan.
13 ¡Pero yo sé que viviré
para disfrutar de tu bondad
junto con todo tu pueblo!
14 Por eso me armo de valor,
y me digo a mí mismo:
«Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!»

Salmos 31

Tú eres quien me protege

SALMO 31 (30)

Himno de David.

31 Dios de Israel,
tú eres un Dios justo;
no me dejes pasar vergüenza.
¡Sálvame, pues confío en ti!
Préstame atención,
ven pronto a socorrerme.
Protégeme como una enorme roca,
rodéame como una alta muralla.
¡Tú eres la roca que me protege!
¡Tú eres la muralla que me salva!
Guíame y dirígeme,
pues así lo prometiste.
No me dejes caer en la trampa
que me han puesto mis enemigos;
¡tú eres mi protector!
Tú eres un Dios fiel.
¡Sálvame!
¡Mi vida está en tus manos!

Odio a los que adoran ídolos,
pues éstos no sirven para nada;
¡pero yo en ti confío!
Tu bondad me llena de alegría,
pues me viste sufrir y me cuidaste,
me libraste de mis enemigos,
y me diste libertad.

Dios mío, tenme compasión,
pues estoy muy angustiado,
siento dolor en todo el cuerpo
y mis ojos ya no aguantan más.
10 Toda mi vida he sufrido,
toda mi vida he llorado;
mi maldad me debilita,
mis huesos no me sostienen.
11 Amigos y enemigos
me ven como poca cosa;
al verme en la calle
se espantan y huyen de mí.
12 Me tienen olvidado,
como si ya me hubiera muerto;
¡parezco un vaso hecho pedazos!
13 Mucha gente habla mal de mí,
y hasta mí llegan sus chismes
de que parezco un fantasma.
Todos se han puesto en mi contra,
y hasta quieren matarme.

14 ¡Pero tú eres mi Dios!
¡En ti he puesto mi confianza!
15 Mi vida está en tus manos;
¡sálvame de mis enemigos!,
¡sálvame de los que me persiguen!
16 Yo estoy a tu servicio:
¡muéstrame tu buena voluntad!
¡Por tu gran amor, sálvame!

17 Dios mío,
mira que te estoy llamando;
no me dejes pasar vergüenza.
¡Que pasen vergüenza los malvados!
¡Échalos a la tumba!
18 ¡Calla a esos mentirosos,
que me desprecian y me humillan!

19 Tú eres muy bondadoso
con la gente que te honra;
a la vista de todo el mundo
derramas tu bondad
sobre los que en ti confían.
20 Tu presencia los pone a salvo
de los planes malvados;
tú los proteges de la maldad
como protege la gallina a sus pollitos.

21 ¡Bendito seas, Dios mío!
Cuando yo estuve en problemas
me mostraste tu gran amor.
22 Estaba yo tan confundido
que hasta llegué a pensar
que no querías ni verme.
Pero a gritos pedí tu ayuda,
y tú escuchaste mis ruegos.

23 Ustedes, los que aman a Dios,
¡demuéstrenle su amor!
Nuestro Dios protege
a los que merecen su confianza,
pero a los orgullosos
les da su merecido.
24 Todos ustedes,
los que confían en Dios,
¡anímense y sean valientes!

Salmos 34

Dios cuida de los suyos

SALMO 34 (33)

Este salmo lo compuso David cuando se presentó ante el rey Abimelec y quiso hacerle creer que estaba loco. Por eso Abimelec le ordenó que saliera de su presencia.

34 1-2 Dios mío,
¡yo estoy muy orgulloso de ti!
¡Todo el tiempo te bendeciré!
¡Mis labios siempre te alabarán!

Ustedes, los humildes,
¡oigan esto y alégrense conmigo!
¡Únanse a mí,
y juntos alabemos
la grandeza de Dios!

Le pedí a Dios que me ayudara,
y su respuesta fue positiva:
¡me libró del miedo que tenía!
Los que a él acuden
se llenan de alegría
y jamás pasan vergüenzas.
Yo, que nada valgo,
llamé a Dios, y él me oyó,
y me salvó de todas mis angustias.
Dios envía a su ángel
para que salve del peligro
a todos los que lo honran.

8-10 Dios bendice
a los que en él confían.
Ustedes, pueblo de Dios,
vengan y prueben su bondad;
verán que a quienes lo adoran
nunca les falta nada.
Los ricos[a] pasarán hambre,
pero a los que confían en Dios
nunca les faltará nada bueno.

11 Vengan conmigo, queridos niños;
¡préstenme atención!
Voy a enseñarles a honrar a Dios.
12 Si quieren gozar de la vida
y vivir una vida feliz,
13 dejen de hablar mal de otros
y de andar diciendo mentiras;
14 aléjense del mal y hagan lo bueno,
y procuren vivir siempre en paz.

15 Dios siempre cuida a los suyos
y escucha sus oraciones,
16 pero a los que hacen lo malo
les vuelve la espalda
y borra de este mundo su recuerdo.

17 Dios escucha a los suyos
y los libra de su angustia.
18 Dios siempre está cerca
para salvar a los que no tienen
ni ánimo ni esperanza.

19 Los que son de Dios
podrán tener muchos problemas,
pero él los ayuda a vencerlos.
20 Dios cuida de ellos
y no sufrirán daño alguno.

21 Los malvados tendrán que sufrir
las consecuencias de su maldad,
pues Dios habrá de castigar
a los que odian a su pueblo.
22 Dios siempre salva a los suyos;
los que confían en él
no sufrirán ningún castigo.

Salmos 52

El futuro del malvado

SALMO 52 (51)

David compuso este poema cuando Doeg el edomita fue a decirle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ahimélec».

52 Y tú, campeón de la maldad,[a]
¿por qué andas siempre
presumiendo de tu maldad?
Tienes la lengua como navaja;
no piensas más que en destruir
y en hacerles daño a los demás.
En vez de hacer lo bueno,
prefieres hacer lo malo;
en vez de decir sólo la verdad,
prefieres decir mentiras.
Tienes una lengua mentirosa,
y te gusta herir con las palabras.
¡Pero Dios te hará pedazos!
De una vez por todas
te agarrará por el cuello
y te echará de tu casa;
¡te arrancará por completo
y te echará de este mundo!
Cuando el pueblo de Dios vea esto
quedará muy impresionado,
y entre burlas te dirá:
«¡Así acabarás,
campeón de la violencia,
pues no buscas refugio en Dios!
¡Y así acabarán los ricos,
que sólo confían en las riquezas!»

Por lo que a mí toca,
siempre pongo mi confianza
en el gran amor de Dios;
yo, en su presencia, cobro vida
como árbol cargado de frutos.

Dios mío,
yo siempre te daré gracias
por todo lo que has hecho;
en ti pondré mi confianza
porque tú eres bueno.
¡Pongo por testigo
al pueblo que te ama!