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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
2 Samuel 24

Dios castiga a su pueblo (1 Cr 21.1-14)

24 Dios volvió a enojarse contra Israel. Le hizo creer a David que sería bueno hacer una lista de todos los soldados que había en Israel y Judá. Entonces el rey le dijo a Joab y a los jefes del ejército:

—Vayan por todo el país, y cuenten a todos los hombres en edad militar, para que yo sepa cuántos soldados tengo.

Pero Joab le contestó:

—Yo le pido a Dios que multiplique a su pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es. También le pido a Dios que le permita a usted llegar a verlo. Pero no creo que contarlos sea una buena idea.

Sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab y de los jefes del ejército, y ellos tuvieron que salir a contar a todos los israelitas.

Cruzaron el río Jordán y empezaron a contar a la gente de Aroer, y de una ciudad que está en medio de un valle, en el camino a Gad y a Jazer.

Luego fueron a Galaad, y de allí a Cadés, que está en el país de los hititas. Después fueron a Dan, y de allí dieron la vuelta hasta llegar a Sidón.

Fueron luego a la fortaleza que está en Tiro, y recorrieron también todas las ciudades de los heveos y cananeos. Después se fueron al sur de Judá, en dirección de Beerseba.

Después de haber recorrido todo el país durante nueve meses y veinte días, regresaron a Jerusalén. Allí Joab le informó al rey: «En Israel hay ochocientos mil hombres que pueden ir a la guerra, y en Judá hay quinientos mil».

10 Pero David se dio cuenta de que había sido un error haber contado a toda la gente, así que dijo: «Dios mío, no está bien lo que hice. Te he ofendido al contar los soldados que tenemos. Yo te ruego que perdones mi error».

11 David siempre consultaba al profeta Gad. Por eso al día siguiente, cuando David se estaba levantando, Dios le dio a Gad un mensaje para David. Le dijo:

12 «Ve a decirle a David que lo voy a castigar, y que puede escoger uno de estos tres castigos: 13 Siete años de hambre en todo el país; ser perseguido por sus enemigos durante tres meses; o que todo el pueblo sufra enfermedades durante tres días».

Gad fue, entregó el mensaje y le dijo a David: «Dime qué respuesta debo llevarle a Dios». 14 Y David le dijo a Gad:

—¡Me resulta difícil elegir uno de los tres! Pero Dios es compasivo, así que prefiero que sea él quien me castigue. No quiero que me hagan sufrir mis enemigos.

15 Entonces Dios envió una enfermedad por todo Israel, desde esa mañana hasta el tercer día. Y desde el norte hasta el sur de Israel murieron setenta mil personas.

Dios perdona a su pueblo (1 Cr 21.15-27)

16-20 El ángel que Dios había enviado a matar a la gente, llegó a Jerusalén. David lo vio cuando llegó a donde Arauna el jebuseo estaba limpiando el trigo. Como el ángel ya estaba a punto de destruir la ciudad, David dijo: «Dios mío, yo fui el que hizo mal; yo fui quien pecó contra ti. Por favor, no castigues a mi pueblo. Mejor castígame a mí y a mi familia».

Dios envió a David este mensaje por medio del profeta Gad: «Ve y constrúyeme un altar en el lugar donde Arauna limpia el trigo».

David obedeció el mensaje de Dios, y fue con sus sirvientes a construir el altar. Cuando Arauna vio que el rey se acercaba, salió y se inclinó ante él hasta tocar el suelo con su frente, 21 y le dijo:

—¿A qué debo que Su Majestad venga a verme? ¡Yo no soy más que su sirviente!

Pero David le contestó:

—He venido a comprarte el lugar donde limpias el trigo. Quiero construir allí un altar para Dios. Así se detendrá la enfermedad que está matando a la gente.

22 Arauna le contestó:

—Su Majestad, todo lo que tengo es suyo. Presente las ofrendas a Dios, y yo le daré los toros para el sacrificio, y hasta mis herramientas de trabajo para que las use como leña. 23 Yo le doy a usted todo esto, y deseo que Dios acepte lo que usted le ofrezca.

24 —Te lo agradezco —dijo David—, pero yo no puedo ofrecerle a Dios algo que no me haya costado nada. Así que yo te pagaré todo lo que me des.

David le dio a Arauna cincuenta monedas de plata por el terreno y por los toros, 25 y construyó allí un altar para Dios. Para que ya no los castigara, le presentó a Dios los toros como ofrenda, y además le presentó otras ofrendas. Y Dios escuchó sus ruegos y detuvo el castigo contra los israelitas, pues le dio tristeza haberlos castigado. Entonces le dijo al ángel: «Basta, ya no sigas». Así fue como se detuvo la enfermedad en Israel.

1 Crónicas 21-22

David hace una lista de sus militares (2 S 24.1-25)

21 Satán se levantó contra Israel, y tentó a David para que hiciera una lista de todos los hombres en edad de ser soldados. Entonces David les dijo a Joab y a los jefes del ejército:

—Vayan por todo el país, y cuenten a todos los hombres en edad militar, para que yo sepa cuántos soldados tengo.

Pero Joab le contestó:

—Yo le pido a Dios que multiplique a su pueblo, y que lo haga cien veces más grande de lo que ahora es. Pero si ya todos te servimos fielmente, ¿para qué quieres saber cuántos somos? Lo único que vas a conseguir es que Dios nos castigue.

Sin embargo, la orden del rey pudo más que la opinión de Joab, y éste se vio obligado a obedecer.

Cuando regresó a Jerusalén, Joab le informó al rey cuántos hombres había en edad militar. En Israel había un millón cien mil, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. Pero como a Joab no le gustó lo que el rey había ordenado hacer, no contó a los hombres de las tribus de Leví y de Benjamín.

A Dios no le agradó lo que David había hecho, y decidió castigar al pueblo de Israel. Pero David le dijo a Dios: «Hice muy mal al desconfiar de ti y basar mi seguridad en el número de mis soldados. Te ruego que me perdones por haber sido tan tonto».

9-12 Entonces, Dios le habló al profeta Gad y le dijo:

«Ve a decirle a David que lo voy a castigar, y que puede escoger uno de estos tres castigos: Tres años de hambre en todo el país; ser perseguido por sus enemigos durante tres meses; o que todo el pueblo sufra enfermedades y que yo envíe a mi ángel a causar gran destrucción durante tres días».

Gad fue, entregó el mensaje y le dijo a David: «Dime qué respuesta debo llevarle a Dios» 13 Y David le dijo a Gad:

—¡Me resulta difícil elegir uno de los tres! Pero Dios es compasivo, así que prefiero que sea él quien me castigue. No quiero que me hagan sufrir mis enemigos.

14 Entonces Dios envió una enfermedad por todo Israel, y murieron setenta mil personas. 15-27 Luego mandó a un ángel para que destruyera Jerusalén. El ángel salió y comenzó a destruir Jerusalén justo en donde Ornán el jebuseo limpiaba el trigo. El ángel volaba y tenía una espada en la mano.

David y los jefes del pueblo estaban vestidos con ropas ásperas en señal de tristeza. Cuando David y los líderes del pueblo vieron que el ángel estaba a punto de destruir la ciudad, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente. Entonces David dijo: «Dios mío, yo fui el que ordenó contar a los soldados. Yo soy el que hizo mal y pecó contra ti. Por favor, no castigues a tu pueblo. Mejor castígame a mí y a mi familia».

Entonces el ángel de Dios envió a Gad con este mensaje para David: «Ve y constrúyeme un altar en el lugar donde Ornán limpia el trigo».

De inmediato David se fue a construir el altar. Mientras tanto, Ornán y sus cuatro hijos estaban limpiando el trigo. Al ver al ángel, los hijos de Ornán se escondieron. Cuando Ornán vio que el rey se acercaba, salió y se inclinó ante él hasta tocar el suelo con su frente. David le dijo:

—He venido a comprarte el lugar donde limpias el trigo. Quiero construir allí un altar para Dios. Así se detendrá la enfermedad que está matando a la gente.

Ornán le contestó:

—Su Majestad, todo lo que tengo es suyo. Presente las ofrendas a Dios, y yo le daré los toros para el sacrificio, y hasta mis herramientas de trabajo para que las use como leña. También tome trigo para otra ofrenda. Yo se lo daré todo con mucho gusto.

—Te lo agradezco —dijo David—, pero yo no puedo ofrecerle a Dios algo que no me haya costado nada. Así que te pagaré todo lo que me des.

David le dio a Ornán seiscientas monedas de oro por ese lugar. Luego construyó allí un altar para Dios, donde sacrificó y quemó animales en su honor; le presentó ofrendas para hacer las paces, y le rogó que las aceptara.

Dios escuchó su petición, y envió fuego desde el cielo para quemar las ofrendas que estaban sobre el altar. Y se arrepintió Dios al ver el sufrimiento de los israelitas, y le dijo al ángel que los estaba destruyendo y matando: «Basta, ya no sigas».

Entonces el ángel guardó su espada.

El lugar para el templo

28-29 En esos días, el santuario y el altar de los sacrificios, que Moisés había hecho para Dios en el desierto, estaban en Gabaón. Cuando David se dio cuenta de que Dios había escuchado su oración, le presentó más ofrendas en el lugar que le había comprado a Ornán el jebuseo. 30 No quiso ir a Gabaón para conocer la voluntad de Dios, pues le daba miedo encontrarse con el ángel.

22 Así fue como David decidió que allí se construiría el templo de Dios, y el altar para que Israel presentara las ofrendas quemadas.

Preparativos para construir el templo

2-5 Antes de morir, David dejó todo listo para construir el templo, pues pensó: «Mi hijo Salomón es todavía muy joven y no tiene experiencia; el templo de Dios deberá ser el más grandioso. Su fama y gloria serán conocidas en todo el mundo, así que le dejaré todo listo para que lo construya».

Entonces David ordenó que se reunieran todos los extranjeros que vivían en Israel, y les encargó que cortaran piedras para construir con ellas el templo de Dios. También juntó muchísimo hierro para los clavos y las bisagras de los portones; además reunió tanto bronce que no se pudo pesar. Y como la gente de Sidón y de Tiro le habían traído mucha madera de cedro, David guardó una cantidad tan grande de madera que no se pudo saber cuánta era.

La responsabilidad de Salomón

Después de esto, le encargó a su hijo Salomón que construyera el templo del Dios de Israel, y le dijo:

«Hijo mío, yo quería construir un templo para honrar a mi Dios. Pero él no me lo permitió, porque he participado en muchas batallas y he matado a mucha gente.

»Sin embargo, Dios me prometió que tendría un hijo amante de la paz, y que no tendría problemas con sus enemigos, sino que durante todo su reinado Israel viviría en paz y tranquilidad. Por eso tu nombre es Salomón.[a]

10 »Dios me dijo que a ti sí te permitiría construir el templo. Él será como un padre para ti, y te tratará como a un hijo; hará que tu reino en Israel sea firme y permanezca para siempre.

11 »Por eso, hijo mío, mi mayor deseo es que Dios te ayude y que cumpla su promesa para que puedas construirle el templo. 12-13 Que Dios te dé inteligencia y sabiduría, para que cuando seas el rey de Israel obedezcas la ley que Dios dio a su pueblo por medio de Moisés.

»Si obedeces a Dios, tendrás éxito en todo lo que hagas. ¡Sólo te pido que seas muy fuerte y muy valiente! ¡No te desanimes ni tengas miedo!

14 »Mira, con muchos sacrificios he podido juntar esto para el templo de Dios: tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata, y una cantidad tan grande de bronce y de hierro que ni siquiera se puede pesar. Además, tenemos muchísima madera y piedra. A todo esto, tú debes añadir aún más.

15-16 »También he puesto a tu servicio una gran cantidad de obreros, albañiles, carpinteros y gente que sabe cortar piedras; además te ayudarán muchísimos obreros expertos en todo tipo de trabajos en oro, plata, hierro y bronce. Así que, ¡adelante, y que Dios te ayude!»

La responsabilidad de los jefes de Israel

17 Después de esto, David les ordenó a todos los jefes de Israel que ayudaran a su hijo Salomón. 18 Les dijo:

«Dios los ha ayudado y les ha permitido vivir en paz en todo el país; él me ha permitido tener bajo mi dominio a todos los habitantes de este país, y ahora ellos están bajo el dominio de Dios y de su pueblo. 19 Por tanto, hagan una firme promesa a Dios, y constrúyanle un templo. Así podremos trasladar el cofre del pacto y los utensilios sagrados al templo que haremos para honrar su nombre».

Salmos 30

Cambiaste mi tristeza en baile

SALMO 30 (29)

Himno de David para la dedicación del templo.

30 Dios mío,
yo alabo tu grandeza
porque me salvaste del peligro,
porque no dejaste que mis enemigos
se burlaran de mí.

Mi Señor y Dios,
te pedí ayuda, y me sanaste;
¡me salvaste de la muerte!
Estaba a punto de morir
¡y me libraste de la tumba!

Ustedes, los que aman a Dios,
alábenlo y cántenle himnos.
Cuando Dios se enoja,
el enojo pronto se le pasa;
pero cuando ama,
su amor dura toda la vida.
Tal vez lloremos por la noche,
pero en la mañana estaremos felices.

Yo vivía tan tranquilo
que hasta llegué a pensar
que jamás fracasaría.
Tú, mi Dios, en tu bondad,
me habías puesto en lugar seguro,
pero me diste la espalda
y me quedé lleno de espanto.

Dios mío, te estoy llamando;
escucha mis ruegos.
¡Nada ganas con mi muerte!
¡Nada ganas con verme en la tumba!
¡Los muertos no pueden alabarte
ni hablar de tu verdad!

10 Mi Señor y Dios,
¡escúchame y tenme compasión!
¡No me niegues tu ayuda!
11 Tú cambiaste mi tristeza
y la convertiste en baile.
Me quitaste la ropa de luto
y me pusiste ropa de fiesta,
12 para que te cante himnos
y alabe tu poder.

Mi Señor y Dios,
no puedo quedarme callado,
por eso siempre te alabaré.